Una historia de la Revolución Mexicana en Querétaro

En EVENTOS DEL MES

Por Teresa Bolaños.

 

Mi nombre es Francisca, soy queretana. Mi familia y yo siempre hemos vivido y trabajado en la paz y tranquilidad de un estado como Querétaro. A mí me tocó vivir la época de la Revolución, y les voy a contar cómo sucedió. La revolución aquí fue un poco distinta a otros estados, nuestro gobernador porfirista, Francisco González de Cosío, favoreció el progreso de nuestro Querétaro, y lo queríamos mucho; creó nuevos espacios de educación pública, puso lámparas de gas, facilitó el cultivo de maíz, frijol, caña de azúcar, entre otros, e incluso, se cultivó el gusano de seda. Creó fuentes de trabajo para los grupos que no lo tenían, las fábricas textiles y tabacaleras crecieron bajo su gobierno y dieron trabajo a muchos queretanos; así que siempre fue un personaje muy querido en el estado. Cuando en 1909 apareció Francisco I Madero en nuestra Alameda Hidalgo, no tuvo el éxito que hubiera deseado; a la mayoría no nos interesaba ni él y ni su lema de “Sufragio efectivo no reelección”, al fin y al cabo, a nosotras las mujeres ni nos dejaban votar. Se corría el rumor que este quería derrocar al presidente Porfirio Díaz y lo logró mediante un golpe de estado. En 1911 el presidente Díaz renunció a la presidencia y se nombró al nuevo presidente Francisco I Madero.

 

En Querétaro, también recibimos la renuncia de nuestro gobernador Francisco González de Cosío, pero por motivos muy distintos, ya que a su edad mayor y con algunas enfermedades, era momento de dejar el poder. Comenzó un periodo de inestabilidad con varios gobernadores que duraron poco en el poder y, en 1913, llegaron las noticias del asesinato de Francisco I Madero, y fue cuando las cosas realmente se pusieron feas. Los grupos de revolucionarios venían y saqueaban todo a su paso, fueron épocas de miedo e incertidumbre; los dueños de algunas haciendas sufrieron el paso de los revolucionarios de manera trágica y a los queretanos nos dolió profundamente lo lastimada que iba quedando la sociedad, y el aire de incertidumbre que recorría nuestro estado y nuestro país.

 

No había un solo líder, había varios, pero principalmente se hablaba de Villa en la División del Norte, el Caudillo del Sur era Zapata y en el centro, el Ejército Constitucionalista con Venustiano Carranza.

 

En noviembre 23 de 1914, el general Francisco Villa llegó a Querétaro, entró montado en un hermoso caballo y fue al palacio municipal. Allí lo esperábamos, ansiosos de lo que podía decirnos y nos dirigió un mensaje, mientras algunos oficiales nos aventaban billetes de 50 centavos. Fue un momento mágico. Y lo mismo volvió a hacer en la estación del ferrocarril.

 

En Querétaro no se habían desarrollado realmente grandes batallas como en otros estados, pero en 1915, villistas y carrancistas se enfrentaron en pleno centro de la ciudad, mientras escuchábamos y rezábamos a la Virgen y a todos los santos para que la batalla llegara a su fin. Al día siguiente, se rumoraba que habían sido 34 muertos y todos teníamos miedo, a las mujeres no nos dejaban salir de nuestras casas.

 

Villa tenía el control de la capital; mientras que los carrancistas tenían el de San Juan del Río. Finalmente, es en ese municipio donde villistas intentan expulsar a carrancistas, pero estos, después de una lucha de casi 9 horas recibieron el apoyo de tres trenes de soldados y con ello lograron la victoria.

 

El 31 de marzo logramos ver desde nuestras azoteas cómo entraron los carrancistas para quedarse en Querétaro, y en febrero de 1916, Querétaro fue declarado la capital de la República, comenzando otro glorioso momento para nuestro Estado.

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