El sincretismo gastronómico de Villa Progreso
En PANORAMA
Por Tolmai Barrón
A lo largo de más de 400 años, la delegación Villa Progreso se ha convertido en un lugar en el estado que preserva tradiciones, arte y recintos propios de la cultura otomí. Sin embargo, así como hubo un sincretismo religioso en el siglo XVII, en los últimos tiempos aquellas personas que emigraron —principalmente a los Estados Unidos— fusionaron los platillos extranjeros con ingredientes propios de la región, lo que la ha convertido en un punto gastronómico importante: desde cocina tradicional hasta cocina internacional.
Si visitas esta localidad del municipio de Ezequiel Montes, puedes iniciar tu recorrido desayunando con una vista increíble en el restaurante La Chingada, donde encontrarás una panorámica de Villa Progreso, o, si eres de probar platillos tradicionales, en Los Yugos puedes probar sus famosas tostadas de arriero con conejo empulcado.
Después puedes visitar una de las 45 capillas oratorio otomí y conocer la religiosidad que se vive; en el mes de septiembre, se realiza la llamada Fiesta Grande en honor a san Miguel Arcángel. A la par que recorres la fiesta, encontrarás la tradicional nuez, barbacoa y pulque. Ya en la tarde puedes visitar el restaurante El Mestizaje que te espera con unos camarones en salsa de champiñones cocidos dentro de una penca de nopal y refrescarte con su coctelería endémica, como mezcal con guamishi o garambullo, para después relajarte con un masaje en Temazcales Taxai.
Para cenar y cerrar con broche de oro, puedes degustar en el restaurante Küni su deliciosa pizza Döni, con queso ahumado de la región, acompañado de una copa de vino de Bodega Böthe. O si prefieres un ambiente moderno para convivir con amigos, Luna Da Restaurante te sorprenderá, descenderás a un sitio entre luces neón, espacios con vistas panorámicas, donde cenar dentro o en la terraza. Ahí encontrarás desde un salmón chileno hasta snacks como alitas o costillas BBQ.
Al margen de la comida, en el viaje todavía queda mucho por descubrir, como talleres de ixtle, cerámica, medicina tradicional, el parque ecoturístico La Canoa o su tianguis artesanal los fines de semana. Villa Progreso, una joya del semidesierto queretano.