Querétaro, destino rómantico

En TURISMO

Por: Lola Sierra

 

La historia puede empezar mucho

antes del gran día 

 

 

 

Quizá cuando se decida dónde pedir matrimonio, si en la intimidad de una mesa o enmarcado por un paisaje que acentúe lo memorable del momento. Y luego se prolonga por meses de preparación, de imaginar cómo será la boda, en qué entorno, para cuánta gente, con qué música sonando al fondo. E incluso después, tras la celebración del matrimonio, se extiende, como un amable recordatorio, en cada aniversario. Se trate de la entrega del anillo, la boda misma o alguna escapada conmemorativa, Querétaro es ideal como destino de romance; como dice la wedding planner Karla Avendaño de Say Yes: «Querétaro combina historia, arquitectura colonial, viñedos y una excelente oferta de haciendas y hoteles boutique, lo que lo convierte en un escenario perfecto para bodas y compromisos».

 

 

 

 

 

 

 

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 Dónde pedir matrimonio 

 

 


Pregúntale al novio y probablemente dude al responder: ¿cuántas veces repasó cómo hacer la pregunta antes de finalmente pronunciarla? El momento debe ser lo suficientemente especial, pero sin levantar sospechas, y he ahí el primer contratiempo: organizar una cena o una salida de fin de semana sin que la pareja note nada raro. Y el lugar, elegir el lugar, casi que daría igual por los nervios, pero es importante cuál será el marco para preguntar eso que se ha repasado tantas veces desde que se compró el anillo. Un viñedo, un restaurante, en la intimidad de una habitación, sea como sea, Querétaro tiene grandes opciones.

 

Si la opción es un paisaje memorable, se puede optar por alguno de los muchos viñedos con que cuenta el estado —la opción es vasta—, cada uno de los cuales es por demás singular.

 

 

 

 

 

 

Por ejemplo, Puerta del Lobo, un proyecto vitivinícola a menos de cuarenta y cinco minutos de la capital del estado, cuyas experiencias turísticas en torno al vino pueden ser el pretexto ideal para visitarlo, como las degustaciones en sus opciones de cata o sus recorridos por el viñedo (que incluyen la oportunidad de encorchar y encapsular una botella de manera artesanal y personalizarla con una etiqueta que, a la larga, la hará más especial para recordar un día como este, o incluso con el cual brindar el día de la boda), y después acudir a alguno de sus restaurantes, como Ruinas o Vertical, en los que se elaboran platillos basados en productos de la región y que celebran la riqueza del Bajío mexicano, o, sobre todo, en su wine & cocktail bar El Mirador, el marco ideal para ese momento, con una vista panorámica impresionante —si el lugar es del agrado, incluso puede ser el escenario de la boda, pues Puerta del Lobo también cuenta con jardín de eventos.

 

 

También Cava 57 es un entorno vinícola que puede funcionar como pretexto ideal para escaparse un día, ya sea para vivir una de sus visitas guiadas —incluyendo su cava subte rránea—, catas y experiencias senso riales, o, particularmente, en su ac tividad denominada Wine Lover, en la que se acompaña a un sommelier para conocer la bodega y cava, pro bando vinos directamente de tanque y barrica, y concluir en su restauran te Terruño 57. Al igual que en el caso anterior, Cava 57 ofrece la oportuni dad de celebrar la boda en sus ins talaciones, con algunas peculiarida des como la oportunidad de diseñar y personalizar una etiqueta propia para ese gran día.

 

 

 

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Dónde celebrar una boda

 

 

 

«El sitio es una de las decisiones más importantes en la planeación de una boda, ya que define la atmósfera, el estilo y la logística del evento», dice Karla Avendaño. Y, en efecto, el sitio es de las primeras decisiones a tomar, a veces incluso antes de elegir la fecha, pues, como explica la wedding planner, influye en todos los demás aspectos, como la decoración, la capacidad de invitados y la disponibilidad de proveedores. Lugares hay casi tantos como bodas en el estado: cada año alrededor de mil ochocientas parejas pronuncian el «sí, acepto» en Querétaro.

 

Salones, haciendas, viñedos, casonas, jardines, antiguos cascos; con vistas a un río o presa, con una capilla sin techo, pero cuyos elementos derruidos son hermosos; con un monolito al fondo; por la noche o desde el mediodía, en los meses estivales de cielo espléndido o en aquellos en los que aprieta el frío; de rigurosa etiqueta o con margen para la informalidad; en la ciudad o a kilómetros de distancia de ella; campestres o urbanas. Sea cual sea la elección, lo más probable es que, salvo el mar, con lo que desafortunadamente no hay nada que pueda hacerse, la boda pueda ajustarse a cualquier idea en esta región.

 

En diversos puntos del estado, se erigen haciendas como recordatorio de su pasado virreinal, hoy reconver tidas en hoteles o sitios para eventos, por lo que una boda en ellas será úni ca. Opciones hay muchísimas, basta con un puñado para inferir su singularidad.

 

 

 

 

 

Por ejemplo, Viborillas, una edificación del siglo XVIII a treinta minutos de la capital del estado (y muy muy cerca del Aeropuerto Interna cional de Querétaro), cuyos diversos espacios son tan bellos como espec taculares: sus jardines, terrazas, salones —como el Gran Salón, con paredes y arcos de piedra, o los Salones Cavas, con una arquitectura en forma de bóveda—, su capilla a cielo abierto y los tres vagones temáticos con los que cuenta, lugares en los que los invitados se tomarán unos minutos para retratarse.

 

En otro cuadrante del estado, La Solariega integra diversos escenarios para enmarcar la celebración, como entre sus muros antiguos, patios de piedra natural y árboles centenarios de su Casafuerte, en el que, además, sus techos móviles permiten que el cielo se incorpore al decorado de la f iesta, o de su Viña Jardín, cuyos sa lones y terrazas se abren, gracias a su estructura de cristal, hacia los exten sos jardines con espejos de agua, área de viñedos y colinas de cara a la luna al atardecer —en ambos, desde luego, el día puede comenzar con la ceremonia civil o religiosa, que, en medio de un viñedo boutique, se vuelve, por decir lo menos, única.

 

 

 

 

Otra opción es La Bartola, en Tlacote El Bajo, una hacienda que cuenta con diversos espacios para cada momento del evento, como la capilla, el muelle, el salón y las áreas verdes, cuyo paisajismo acentúa el toque mexicano. Lo mismo que Hacienda Jofre, a unos minutos de Santa Rosa Jáuregui, una edificación del siglo XVII que, entre otras cosas, cuenta con hospedaje y en la cual la boda puede transcurrir sumergida entre los elementos que perviven del legado de este sitio, como sus muros fortificados, jardines, granero y caballerizas.

 

Otra opción singular en Querétaro es la celebración de boda en alguna de sus casonas, edificaciones majestuosas de pasado colonial. Como la Casa Mota, ubicada en la calle Francisco I. Madero, a unos pasos del Jardín Guerrero y de cara al templo de Santa Clara; una edificación con más de tres siglos de antigüedad y aspectos art nouveau, entre cuyos muros resuenan ecos de historia —llegó a ser Palacio Nacional de noviembre de 1916 a febrero de 1917, durante la presidencia de Venustiano Carranza, y Palacio de Gobierno del Estado de Querétaro entre 1929 y 1943—, y que hoy acoge, en sus salones y pasillos, a diversos eventos sociales al cobijo de sus pinturas, molduras de hierro y decoraciones en paredes y techo.

 

 

 

 

O la Casona de los 5 Patios, en el corazón del Centro Histórico, cu yos espacios, como los salones tipo franceses y patios con diversas capa cidades, son ideales para los diversos momentos del evento, como recepción, sesión de fotos, brindis, además, desde luego, de la fiesta. O bien, en un entorno donde la naturaleza sea el remate visual en me dio de las velas y el follaje que adorne el evento, como en el salón Puertas de la Peña, ya sea en un terraza o sa lón cerrado, íntimo o numeroso, en el que entre sus modernas instalaciones cuenta con una capilla y viñedo.

 

En cualquier caso, el día será es pecial desde que cada uno de los protagonistas abra los ojos. Y trans currirá de una manera veloz, eufórica, en la que se prodiga amor —no mienten en eso cada persona que, habien do pasado por un matrimonio, acon seja disfrutar cada segundo. Las luces y los bailes y todas las bellas pala bras que se dedicarán en un día que se aloja en la memoria por siempre.

 

 

 

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Dónde festejar un acontecimiento especial

 

 

 

Pero una boda es más que la boda misma. En ocasiones, para los invitados es todo un fin de semana orbitando a los novios, en los momentos pre vios a la celebración, como las cada vez más frecuentes fiestas rompehielos —en las cuales, de manera íntima, los invitados cercanos se conocen un poco más antes del gran día. O inmediatamente después de la fiesta, en la noche de bodas. Hay, además, una resaca particular tras ella, y no solo por la forma en cómo se haya celebrado, sino por el vacío que dejan los meses de preparación de un evento que transcurre rápido y que es, sin duda, uno de los días más felices de la vida.

 

Pero pronto aparecen en el panorama motivos para despejarse esa sensación de vacío; primero cada día junto al ser amado, e, incluso, más adelante, otras celebraciones, como la luna de miel, aniversarios o renovación de votos. Para cualquier de estas, hay opciones en el territorio queretano, entre ellos, alojamiento en sitios únicos, como la Casa Ojiva, en el municipio de San Juan del Río; Hotel de Piedra y Casa Mateo, en Bernal; el Hotel Criol, en el Centro Histórico de Querétaro, entre muchísimos otros.

 

 

 

 

 

Todos ellos hoteles de primerísimo nivel, cada uno con un aura particular, ideales para que durante los días aledaños al casamiento se alojen familiares y ami gos, además de los novios, y, si es el caso, aprovechar esos días repletos de un manojo de nervios y emoción para conocer un poco más del sitio en que habrán de jurarse amor para el resto de sus días. O, a la vuelta de la fiesta, para celebrar nuevos acontecimientos en una vida alegremente compartida.

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