La vendimia en el semidesierto

En TURISMO

Por Jaime He

 

Se le conoce como vendimia a la recolección o cosecha de las uvas para la producción del vino, de modo que su historia, por razones obvias, es tan antigua como el vino mismo. Los egipcios ya producían esta bebida hace al menos cinco mil años. Si bien en aquella época predominaba el consumo de cerveza, la elaboración del vino era un lujo reservado para los nobles y sacerdotes, excepto en algunas festividades como la vendimia, en la que el pueblo podía beber del fruto logrado. La vendimia egipcia se celebraba en honor de Osiris, dios de la agricultura, y ya desde entonces era un acontecimiento social, cultural y religioso, además de una fiesta relacionada con la espiritualidad, la alegría, la vida y la muerte.

 

En la antigua Grecia, la fiesta de la vendimia era una de las celebraciones más importantes del calendario helénico. Cualquier actividad política o militar era debidamente cancelada con el propósito de que nadie faltara a las fiestas dionisiacas: cuatro días de jolgorio, disfrute y desenfreno. Los romanos no se quedaron atrás al momento de festejar el día de la cosecha. Lo que comenzaba con una ofrenda a Baco, dios del vino, derivaba en comilona y terminaba en escandalosa bacanal.

 

Hoy en día —menos religiosas, más moderadas pero igualmente disfrutables— las fiestas de la vendimia se realizan, año tras año, en todas las regiones vinícolas alrededor del mundo. En el hemisferio sur, se suele vendimiar entre febrero y abril, mientras que en el hemisferio norte se hacen entre agosto y octubre. Por su latitud y altitud, en la región vitivinícola de Querétaro esta celebración se lleva a cabo desde la tercera semana de julio hasta mediados de septiembre.

 

Querétaro y la vid

 

El vino llegó a América en manos de los conquistadores españoles. Cada navío procedente de España cargaba con un aprovisionamiento de vino, a la larga insuficiente para saciar la sed de los europeos. Hernán Cortés halló una solución al firmar las Ordenanzas de buen gobierno para los vecinos y moradores de la Nueva España (1524), en donde se indicaba plantar mil sarmientos «por cada cien indios de los que tuviera repartimiento».

 

A partir de ese momento, el cultivo de la vid se propagó por las regiones de los actuales estados de Puebla, Oaxaca, Michoacán, Guanajuato y Querétaro. Las uvas silvestres, sin embargo, dieron vinos muy malos, por lo que Cortés exhortó a injertar la Vitis vinífera de España en las cepas autóctonas.

 

A la par de su tarea catequizadora, los misioneros se convirtieron en los grandes impulsores de la viticultura en Querétaro, puesto que plantaron los primeros viñedos de la región con el propósito de producir vino sacramental para la celebración de la misa. Ellos fueron quienes extendieron esta práctica en las tierras que hoy ocupan los municipios de San Juan del Río, Tequisquiapan y Ezequiel Montes. No por nada, en el escudo de armas de la ciudad (1655), bajo un  sol oscurecido coronado por una cruz y junto a la figura del apóstol Santiago, se encuentra una vid, símbolo de la fecundidad de las tierras queretanas.

 

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