Maestros Artesanos de Querétaro

En CULTURA

Guardianes de su tradición

Por: Martín García Lopez

 

En los municipios de Tequisquiapan, El Marqués y Ezequiel Montes, tres hombres, cuyas vidas están entrelazadas con la tradición de sus labores y sus familias, han forjado un patrimonio cultural que se niega a caer en el olvido. Manuel Jiménez Mejía, Juan José Briones Molina y Juan Mendoza Barrón, guardianes de sus respectivos oficios y destacados representantes de la artesanía mexicana, comparten sus historias.

 

 

TEJEDOR DE HISTORIAS Y CESTERÍA

 

Taller Manos Unidas

Cestería tejida

Prol. Fernando Montes de Oca s/n, Col. La Magdalena, Tequisquiapan,

Qro. T. 414 231 7415

IG. tallerartesanal manosunidas

 

En Tequisquiapan, entre calles empedradas, se encuentra el taller Manos Unidas, donde Manuel Jiménez Mejía, de 57 años, elabora cestería junto con su esposa y con la ayuda de sus hijas. Él, con sus ojos cristalinos y manos callosas, relata que se ha sumergido en el arte del tejido con vara y jara desde su infancia.

 

 

«Desde que yo tenía 12 años, mis abuelos trabajaban esto; bueno, mis padres también, y posteriormente seguimos nosotros», confiesa con orgullo mientras sus dedos dan forma a una nueva cesta.

 

 

Explica que, aunque la tradición de trabajar con jara y vara está en su familia, fue apenas hace quince años cuando comenzaron a utilizar otros materiales más flexibles, como el mimbre, el alga marina y la hoja de plátano, lo que les ha permitido fabricar una amplia variedad de canastas: redondas, rectangulares, ovaladas, cuadradas, así como pantallas y cabeceras para cama. «O sea, prácticamente lo que nos manden a hacer, tejemos», afirma sonriente.

 

 

La vida laboral llevó a Manuel Jiménez Mejía lejos de Querétaro, a la Ciudad de México, donde su amor por su oficio no menguó. Incluso en la distancia, sus manos continuaron tejiendo con las fibras de la jara y la vara. «Pues esto es lo mío —declara con determinación—, porque es un trabajo muy noble; aquí no tenemos patrón, aquí realmente los patrones somos nosotros.»

 

 

Al respecto, comparte que el taller Manos Unidas tiene clientes base en tiendas de artesanías en el Estado de México, Cancún y Tabasco y son ellos los que le solicitan la cantidad de lámparas, canastas, tortilleros, cestería. «Lo que necesiten. Ellos piden el número de piezas. Ya mandamos de cincuenta, cien para arriba», pues la naturaleza es la que aún les provee la jara y la vara. Él y su esposa las recolectan en ríos cercanos al estado o en Guanajuato, mientras que el mimbre y el alga marina son importados de Asia.

 

 

Para Manuel Jiménez Mejía, el verdadero tesoro radica en compartir su arte con las nuevas generaciones. Con una sonrisa, relata que en noviembre de 2023 su taller fue invitado al parque Xcaret, en Cancún, para enseñarles tejido de mimbre a seiscientos niños de la Riviera Maya. «Es una experiencia que llena el alma —confiesa— ver cómo los ojos de los niños se iluminan al descubrir la magia de nuestras tradiciones.» Por lo que invita a los jóvenes de Querétaro a conocer su taller que está abierto al público, ofreciendo clases sin ningún costo, solo con la finalidad de no perder la tradición de su familia. 

 

 

Con una sonrisa, relata que en noviembre de 2023 su taller fue invitado al parque Xcaret, en Cancún, para enseñarles tejido de mimbre a seiscientos niños de la Riviera Maya.

 

 

MAESTRO TALABARTERO DE SAN VICENTE FERRER

 

Talabartería Briones

Cinturones, carteras y pulseras.

C. 442 271 3014

 

 

En el taller Talabartería Briones, las manos de 43 años de Juan José Briones Molina dan vida al cuero en forma de carteras, cinturones, llaveros y piezas de piel vacuna que llevan consigo su historia familiar y la de San Vicente Ferrer, en El Marqués. «Yo empecé a trabajar con el cuero en las vacaciones, cuando no iba a la secundaria, cerca de entre los 13 y 14 años», rememora mientras acomoda sus artesanías sobre una mesa.

 

 

La tradición del cuero corre por las venas de la familia Briones Molina, una herencia que se remonta a los días en que su padre, Lucio Brunes, Valencia Hilario, y su tío se adentraron en el oficio en Guadalajara, trabajando y afianzando un próspero negocio. «El negocio creció bastante —relata con orgullo—, y ellos pues extrañaban su rancho y su familia y deciden regresarse acá a San Vicente Ferrer, donde ellos ya establecen el primer negocio y ya empiezan a enseñar a toda la gente de la comunidad», misma que es reconocida actualmente como cuna del cuero en Querétaro y que es la base de venta de los productos del taller Talabartería Briones.

 

 

En su taller, lo que más se trabaja es el cinturón de piel de res con diferentes acabados, así como la llamada baqueta, un cuero de calidad bastante gruesa. En cuanto a este aspecto, trabajan con todo tipo de materiales de piel, ya que la demanda del mercado es muy variada, obteniéndolo de empresas curtidoras de León, Guanajuato, donde también consiguen el pegamento, el broche, el remache y todo lo que necesitan. La variedad de accesorios para el cuero despertó la curiosidad en Juan José Briones Molina, quien afirma presumiendo los detalles tejidos de sus pulseras de piel: «Se puede decir que empiezo a ver más los modos de actualizar las cosas, de forma que no nos parezcamos a otro tipo de talleres».

 

 

Actualmente, solo una sobrina se dedica un poco al cuero, por lo que quiere compartir la importancia de que las nuevas generaciones se sensibilicen con las artes, porque al aprender un arte uno se enamora de los aspectos artesanales y culturales. Por ejemplo, relata uno de sus mejores recuerdos en su oficio: «Lo que se me queda más marcado es cuando llegaron unos clientes de Navojoa, Sinaloa, y
se enamoraron de un cinturón. Yo fabrico para concursos cinturones que son únicos, que digo: “Este no lo voy a volver a hacer”. Y esos señores se enamoraron de ese cinturón. Y dije: “Esto es lo que es, esto vinimos a hacer aquí, a este mundo, a hacer cosas de este tipo”».

 

CUSTODIO DEL IXTLE EN VILLA PROGRESO

 

Ixartte

Artesanía en Ixtle

Dios del Sol 9, Sta. María, Villa Progreso, Qro.
T. 441 114 3579
FB. ixartte · IG. @ixartte

 

En el apacible Villa Progreso de Ezequiel Montes, Juan Mendoza Barrón, de 89 años, se presenta orgulloso como artesano de ixtle, una fibra extraída de la penca del maguey que fue durante su juventud tesoro de su comunidad. «En aquel entonces, cuando yo era muchacho, era un pulquito y a trabajar», recuerda con una sonrisa mientras sus manos rugosas empiezan a tejer una bolsa de ixtle para su negocio Ixartte.

 

 

Para Juan Mendoza Barrón, el ixtle es más que un material, es un símbolo de identidad y orgullo, una forma de vida arraigada en la historia de su gente. Villa Progreso, antes conocida como Tetillas, fue hogar de Benjamín Velázquez, un hombre que era casi dueño de todo el pueblo y que desarrolló el ixtle en la región, trabajando hasta 30 kilos al día: «El ixtle llevó el progreso aquí en Tetillas y ahora le dicen Villa Progreso por eso», afirma Juan Mendoza.

 

 

Aurelia Mendoza Guzmán, su hija, representa la cuarta generación de artesanos de ixtle en su familia, y explica, mientras muestra las muñecas elaboradas con este material, que obtienen las pencas de maguey de comunidades cercanas. Sin embargo, estas están mermando, ya que cada vez menos personas siembran. Ella afirma: «No queremos dejar esa tradición de tallar la penca porque es algo que nos está dejando papá y él lo heredó de sus abuelos». Esta práctica es crucial para obtener la fibra de ixtle.

 

 

Por su parte, Juan Mendoza Barrón comparte, acomodándose sus lentes para seguir viendo su tejido, que antes las artesanías se comercializaban en tiendas departamentales, pero con la industrialización pasaron a formar parte de los mercados y tianguis, donde el reconocimiento del ixtle como artesanía se consolidó hace cinco décadas. También rememora que toda su vida ha estado vinculada al ixtle: «Mi papá trabajaba puras riatas de lazar, pero yo pensaba: ¿qué, no podemos hacer otra cosa? Y yo tejía unos mecapalitos y me los llevaba a vender a Tequis, San Juan, a pie».

 

 

Sobre otras artesanías a base de ixtle, Aurelia Mendoza Guzmán comparte que surgió como respuesta para asegurar su subsistencia,
pues, aunque inicialmente se dedicaban a la elaboración de piezas tradicionales como mecapales y martigones, utilizados en labores agrícolas, se dieron cuenta de la importancia de diversificar el catálogo para mantenerse a flote. Fue entonces cuando decidieron explorar nuevas ideas y productos que pudieran encontrar mercado, como nacimientos, muñecas, piñatas, bolsas, adornos, adaptando sus artesanías a las demandas contemporáneas, gracias a ello trabajan con materiales como la lechuguilla, teniendo un amplio abanico de posibilidades creativas.

 

 

Como artesanos, Manuel Jiménez Mejía, Juan José Briones Molina y Juan Mendoza Barrón disfrutan de la libertad de experimentar con distintas texturas y propiedades, desde las más robustas hasta las más suaves, lo que les permite reconocimiento tanto nacional como internacional. En un mundo que no se detiene, la paciencia de estos maestros adquiere una importancia aún mayor. Son guardianes de un legado que se niega a desvanecerse, pues a través de su dedicación recuerdan la importancia de preservar sus raíces, ya que mientras sus manos sigan trabajando el legado de las artesanías queretanas vivirá.

 

 

 

Martín García López

Licenciado en Letras Hispánicas por la UDG. Becario del Fonca en la categoría de cuento durante el periodo 2019-2020. Ha publicado en diferentes revistas nacionales, como Luvina y Algarabía. Es creador de contenido para Clúster Industrial y autor de Bachelard aprendiendo a nadar. IG. @mgl_3312

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