El cine y su detrás de cámaras
En ENTREVISTA
La cineasta Brissa Piñera nació en La Paz, pero desde niña creció en Querétaro, donde ha trabajado desde hace casi una década en numerosas producciones, incluyendo títulos propios. En la capital de Baja California comenzó su interés por cómo se hacían las películas, ejemplificado en una anécdota que cuenta: le encantaba estar en el mar hasta que un día por accidente vio el clásico de Steven Spielberg, Tiburón; su papá y su tío abuelo, quienes habían hecho producciones antes, le explicaron «cómo habían hecho la película, cómo la cámara era el tiburón y que realmente no había uno comiéndose a las personas». Desde ahí se interesó no solo por las películas, sino por el detrás de cámaras.
¿Cómo decidiste enfocarte en el cine?
Soy licenciada en Ciencias de la Comunicación, graduada de la UVM, pero hice una especialidad de cine en Nuevo México en la Escuela de Arte y Diseño de Santa Fe. En el 2013, cuando me fui, hice mi primer cortometraje y como parte de la especialidad tuve que hacer una tesis. Estaba en una escuela de arte que prácticamente era como estar estudiando en una productora porque había un departamento de teatro, una facultad de música y una de cine, donde yo estudiaba y en la que me enfoqué en dirección y fotografía.
¿Cómo fue volver a Querétaro y dedicarte a la producción audiovisual y al cine?
La verdad es que como México no hay dos. Tenía muchas ganas de volver y lo hice sin conocer a nadie del medio todavía. Regresé a la UVM para saber si algún maestro sabía de algo para que yo pudiera hacer cine y me contactaron con una productora. De ahí, comencé a involucrarme en casas productoras de Querétaro, y ya he trabajado con casi todas desde 2017 a la fecha haciendo producción audiovisual y cine.
¿Cómo es el panorama cinematográfico actual del estado?
En Querétaro se ha formado un movimiento cinematográfico en los últimos años, y lo más valioso es que ya se están contando otras historias, que nos estamos yendo a otras identidades y realidades: ya no solo historias con las que cuesta mucho trabajo conectar por ser realidades ajenas a la mayoría de personas.
¿Podrías contarnos sobre Violenta?
Es un largometraje experimental que analiza la normalización de la violencia en el país. Se estrenó el año pasado en Doqumenta, donde ganamos el premio del público y mención honorífica del jurado; también estuvo en Docs MX, con dos funciones en el Cine Tonalá y en competencia. Ahora estará en el Festival Contra el Silencio Todas las Voces, Festival de Cine Mexicano Tamatñan y en el festival Dulísimo Ovario e incluso se podrá ver en el Canal 11.
¿Cómo ha sido la experiencia, a nivel profesional y personal, de este proyecto?
Me cambió la vida. Me ha vuelto una persona muchísimo más consciente e introspectiva, llevándome a dormir todas las noches pensando cómo puedo ser mañana una mejor persona. Y a nivel profesional, ha sido muy gratificante porque el mayor propósito que tenía era potenciar las voces de aquellas personas que se hubieran sentido invisibilizadas por la violencia y promover una cultura de paz.
¿Podrías darnos algunas recomendaciones cinematográficas relacionadas a Querétaro?
Recomiendo el trabajo de cineastas queretanas como Gladys González y su película Animal sagrado, que grabamos en 2022 y que debe de estar por empezar su ruta de festivales, o el de Laura Martínez, directora nominada al Ariel por su cortometraje Viral. También el cine mitológico de Felipe Luna o el de Chaz Bernal. Y mi festival favorito queretano: Doqumenta, que he seguido desde el inicio; o la Cineteca Rosalío Solano, donde siempre tienen muestras interesantísimas y gratuitas, una ventana al cine nacional e internacional que no llega a las salas comerciales.