Recomendaciones personales
En PANORAMA
Por Paco Bulos
Como pachuqueño que lleva más de 20 años viviendo en Querétaro, hay muchas cosas que extraño de Hidalgo, como los bosques fríos y de altura, y otras más que compartimos con los queretanos —y que me recuerdan a la infancia—, como las llanuras del semidesierto, la barbacoa y el pulque. Así que, cuando vienen amigos y conocidos a visitar el estado, me gusta llevarlos a parajes que combinan la naturaleza y las vistas deslumbrantes: un paseo por Cuatro Palos y los bosques de Pinal de Amoles para bajar en la barranca hasta la Misión de Bucareli, que siempre me deja sin aliento.
También me gusta regresar a casa manejando por la Presa de Zimapán y ver la majestuosidad del Cañón del río Moctezuma. De vez en cuando aprovechar para recorrer los cerros que dividen los dos estados, acampar en Xhajá e ir desde El Doctor hasta el mirador de Altamira. Y, eso sí, a cada regreso pasar a comer al Asador Bárbaro, que a mi gusto tiene los mejores cortes y pescados de la región.
Cuando no estoy en los bosques y en la sierra, soy un personaje bastante urbano. Vivo en el Centro Histórico, y me gusta el ruido y la algarabía de mi barrio, sobre todo los días de fiesta: caminar por las plazas y espacios públicos con Chavela y Martina, mis perritas, es una belleza. Me gusta llevarlas a comer al Mixe o a Casa Martina, que son pet friendly, y esto nos da chance de pasar tardes enteras nomás viendo el paso del tiempo. Para comer de la manera más local y tradicional posible, me gusta mucho ir a El Palomar, en el barrio de la Cruz, y probar sus tradicionales carnes y la sopa de médula. O, si la tarde lo permite, caminar desde casa a comer un ramen a Manpuku o una sopa de lima en Tikua