La Semana Mayor en Querétaro
En TURISMO
Por: Héctor Muñoz / Demian Chávez / Demian Chávez
«La Semana Santa, más allá del acto religioso, ofrece la posibilidad de conocer desde dentro las muy diversas manifestaciones culturales de nuestra región», dice Demian Chávez, uno de los fotógrafos de este fotorreportaje. La adopción de una celebración religiosa global. Ya sea en la capital o en sus municipios, la Semana Mayor inicia el Domingo de Ramos con la venta de palmas en los templos; el Jueves Santo se visitan siete altares y el Viernes Santo se representa la crucifixión de Jesús —es probablemente en el viacrucis donde mejor se evidencian las singularidades de las celebraciones, registradas de manera respetuosa por las cámaras de este reportaje, tratando de abonar a la memoria que «nos construye como estado».
Como lo define Ricardo Azarcoya, otro de los fotógrafos participantes: una manera de llevar al espectador a un mundo que no conoce a profundidad y contar las historias «que pasan afuera para hacernos mirar hacia adentro a través de las imágenes, sentir la energía de los espacios, las personas y comunidades».
El Marqués
En este municipio destaca la representación del viacrucis realizada en la localidad de La Cañada de manera ininterrumpida desde 1962 (a pesar de que existen antecedentes de la representación de la Pasión de Cristo ahí desde finales del siglo XIX). El camino de Jesús al Calvario es un recorrido de casi dos kilómetros, desde la plaza principal de La Cañada hasta el Cerro del Bautisterio, a través de la avenida Emiliano Zapata, el callejón de San Antonio y la carretera estatal 200: un recorrido al que acuden decenas de miles de personas; un momento en que destaca el contraste entre la representación tradicional y el paisaje en que se enmarca.
Tolimán
En San Antonio de la Cal, el viacrucis incorpora algunos elementos que lo singularizan, como la representación en lengua hñähñu en la comunidad de Casa Blanca (con algunos diálogos pronunciados también en español), así como la procesión del Santísimo, en la que participan las mayordomías de la comunidad, cada una llevando la imagen de su santo de devoción cubierta con un velo como señal de duelo.
Durante la procesión, hombres con máscaras, conocidos como «los mechudos», encabezan el contingente, figuras que representan el mal. El ritual culmina con la procesión de la Cruz en la que se parte del atrio del templo hacia la casona de uno de los organizadores, o mayordomos, que brinda comida y bebidas tradicionales a quienes formaron parte de la romería. Un festejo donde se palpa el sincretismo de la convivencia entre la religiosidad católica y los tintes de los pueblos indígenas.
Querétaro
En la capital del estado, el silencio se percibe en un peregrinar durante la procesión del Viernes Santo. Cuando caen los últimos rayos del sol, parten del templo de la Cruz los fieles de esta conmemoración, con la cual acompañan el dolor y la memoria de Jesús. A través de diversas calles avanzan los más de mil participantes, algunos contingentes lucen cruces de más de veinte kilos, capirotes y túnicas moradas, rojas, negras y verde olivo, en representación de la tristeza, sangre de Cristo, luto y esperanza en la resurrección, respectivamente.
Se trata de una de las cuatro procesiones más concurridas en México, a la que acuden treinta mil espectadores apostados en sus calles. En 2022, Ricardo Azarcoya tuvo la oportunidad de fotografiar la procesión y los tres días previos al recorrido desde un acceso cercano e íntimo, donde cientos de hombres realizaron un retiro y se prepararon para uno de los días «más emotivos y físicamente devastadores para ellos». Dentro del templo de la Cruz escuchó las plegarias, cantos e historias personales, también la respiración y las cadenas arrastradas en los túneles; aprendió a escuchar el silencio.
En un mundo veloz como el de hoy, reflexiona el fotógrafo, «esta celebración se trata de todo lo contrario, es pausada, silenciosa y contemplativa, interrumpe el caos de una ciudad contemporánea que lleva a la introspección y reflexión a muchos de los asistentes que esperan tranquilos el paso lento de la siempre mística Procesión del Silencio»