Comer a pie de carretera
En TURISMO
Por: Graciela Munguía
Como dictaría el manual del viajero que se une a la tendencia del slow travel —caracterizada por desplazamientos que priorizan la responsabilidad con el medioambiente antes que la comodidad—, la experiencia misma de viajar por carretera exige bajar el ritmo, tomar presencia absoluta del aquí y el ahora, observación detenida, atención al detalle, una buena playlist que asegure que el camino y los escenarios estarán bien sonorizados.
Pero también la disposición a la espontaneidad que sugieren los guiños gastronómicos que se presentan en el camino. Darse la oportunidad de realizar un movimiento no estipulado en la línea asfáltica pensada del «punto a» al «punto b» para vivir el privilegio de encontrar esas enormes riquezas que regalan los proyectos escondidos entre los poblados, entre los caminos de terracería y las rancherías del fondo.
Son justamente en esas pequeñas vueltas que no se tienen consideradas dentro de la ruta en las que nos hemos dado a las tareas de descubrir esas experiencias gastronómicas que deleitan al paladar, y que se han construido con la firme convicción de que se priorice la experiencia profunda y la conexión entre el lugar y sus comensales.
Pensar en un viaje que dé ventaja a la experiencia nos abre la posibilidad también de descubrir proyectos sumamente inspiradores, hablar con personas que se han esforzado en alejarse del intenso flujo de personas que promete la urbe, para apostar por espacios que regalen el contacto con la naturaleza, las ideas renovadas, la mezcla entre una buena comida y una exquisita sobremesa.
LA ORDEÑA
Sobre la carretera que lleva hacia Chichimequillas, la desviación va a exigir una vuelta a la derecha para llegar a esta parada que se ubica en el kilómetro 3.5 de la carretera que va hacia Atongo, en El Marqués. Ahí, se encuentra La Ordeña, un restaurante ubicado en lo que antiguamente era la sala de ordeña del actual Rancho Santa Marina.
De por sí ya Rancho Santa Marina tiene una historia de éxitos acumulados que respaldan la afirmación de que este es un lugar excepcional: ha recibido varios premios en diversos años que destacan la calidad en la producción de quesos artesanales, principal producción de este sitio, pero fue especialmente su queso de cabra el acreedor a uno de los premios más importantes en el ramo, Mejor Queso Artesano de México.
La Ordeña es un restaurante que privilegia la vista que tiene de las praderas y del viñedo y que posee un diseño arquitectónico que se centra en grandes ventanales abiertos desde su salón principal hasta su acogedora terraza. El restaurante es pet friendly, pero es importante considerar que muchos de los animales de la granja tienen la puerta abierta para salir y entrar del restaurante a placer, así que no es raro que, mientras estás comiendo, pase entre tus piernas alguna gallina, o que en la terraza tengas que rodear a sus hermosos y enormes pavorreales.
El proyecto de La Ordeña tiene servicio de viernes a domingo, con una carta que va desde una coliflor rostizada a la leña hasta pizzas de horno, o su famoso cordero rostizado que se mantiene en cocción por más de veinte horas. Pero es quizá el brunch dominical uno de los momentos favoritos, gastronómicamente hablando, de sus visitantes, el cual se sirve de diez de la mañana a una de la tarde.
El buffet de día ofrece una experiencia innovadora, con una amplia gama de quesos de la casa, que incluyen queso al vino tinto, fetta, semimaduro, pirámide de oveja, raclette y por supuesto el famoso queso de cabra, entre otros, además de una oferta de antojitos varios, como sopes y quesadillas hechos al momento con guisos, panes de masa madre, huevos al gusto, jugos y más.
GRANJA LA FAMILIA TILAPIA
Antes de que las grandes cadenas de restaurantes invadieran nuestra oferta de consumo, existía una producción de alimentos con filosofía autosustentable que permitía a las grandes familias hacerse de sus propios alimentos; esto aseguraba la calidad y disponibilidad de los mismos. Podría decirse que es casi con esta misma filosofía que empezó el proyecto de Granja La Familia Tilapia, que, como su nombre lo dice, realiza la crianza de peces, en este caso Tilapia, de forma sustentable.
Ubicada en El Colorado, está enclavada en el pueblo, desviándose desde la carretera México-Querétaro. Ahí, en medio de este pequeño poblado, aparece este lugar que ofrece, además de una desconexión total de la ciudad, un espacio que invita a la reflexión oportuna en un mundo en donde necesitamos una producción alimentaria sustentable con urgencia.
El inicio de este proyecto, por extraño que parezca, no nace del espíritu de poner la mesa a los comensales, sino de poner en práctica el sistema de producción de alimentos llamado acuaponia, el cual consiste en utilizar los nutrientes que los peces emiten en sus desechos para reutilizarlos como fertilizante de plantas que se producen también en la granja, como lechuga, espinaca, arúgula, cebollín, entre otras, y que una vez que pasan por las plantas estas logran purificar el agua para que pueda ser utilizada nuevamente en los estanques de peces, logrando un ahorro del noventa y cinco por ciento de agua.
Su restaurante es una invitación para la relajación en medio de su granja y rodeado de la naturaleza, y la experiencia crea un lazo que se siente casi natural con los productores de este espacio, quienes ofrecen recorridos gratuitos a todos los comensales para mostrar su proyecto.
La carta por supuesto que tiene como estrella principal la pesca del día de tilapia, la cual se sirve en muchas versiones, a la diabla, al ajo, en filete, teniendo como uno de sus productos estrella su platillo Patria, que incluye tres salsas: de perejil (verde), de ajo (blanca) y a la diabla (roja). Además, cuentan con opciones de otro tipo, como ceviche de setas, hamburguesas de pollo, entre otros.
DE LA TIERRA
Tomando una ruta más al sur, de camino a Huimilpan, justo en el entronque de San Martín, se encuentre De la Tierra, un restaurante que antes de que se concretara su existencia preparó su tierra para hacer de ella un huerto que pudiera proveer al restaurante de sus plantas y vegetales, mismos que hoy representan el cincuenta por ciento de lo que se consume en los platillos.
El proyecto desde el primer día está dirigido por un grupo de personas que basan su filosofía en lo sustentable. Desde su entrada, el espacio sumerge en una atmósfera rodeada de naturaleza, una intensa vegetación que permite sentirse en un oasis alejado de la ciudad, aunque la realidad es que la cercanía con la capital del estado es especialmente cómoda para los que viven en ella: a tan solo veinte minutos del centro de Querétaro, De la Tierra regala un ambiente que prioriza la conexión con el campo y lo que de él se produce.
El lugar da acceso a su huerto, en donde se puede ser testigo de la amplia variedad de producciones que salen de su tierra, como su nombre lo sugiere, además de que cuentan con una ecotienda en donde venden productos hechos por la casa y artesanías que vienen de las manos de sus productores.
El restaurante ofrece una carta de platillos que puede deleitar a cualquier paladar y antojo, desde sus pizzas artesanales hasta sus recién incluidos tacos de camarón o sus exquisitos tacos de carne asada directos de su asador, sus cortes y vegetales asados acompañados por su salsita molcajeteada. Quizá una de las estrellas del menú, que desde su paso entre mesas roba miradas, es la papa al horno con camarones. El lugar es pet friendly, así es que la familia entera puede gozar de un día en sus rincones.
BARBACOA GRANJA EL HUESO
Y, si de un clásico hablamos, los rincones en donde podamos encontrar una buena barbacoa a pie de carretera no pueden faltar, y para ello uno de los que se levantan entre los grandes es Barbacoa Granja El Hueso, ubicada en El Paraíso, en la carretera que va hacia el Aeropuerto Internacional de Querétaro.
Este sitio no solo destaca por la delicia de su barbacoa, sino por el ambiente que se genera en sus espacios. Un jardín sumamente amplio asegura que siempre habrá espacio para la constante rotación de mesas y de comensales, lo que le da oportunidad a todos de disfrutar a primerita hora de la mañana de un café de olla que empieza a calentar el estómago.
Con servicio de viernes a domingo de ocho de la mañana a dos y media de la tarde, el lugar parece estar reservado para esa tradición familiar de un desayuno muy mexicano: un delicioso caldito, junto con su barbacoa que se deshace en la boca, para terminar con un pan dulce. Una receta perfecta para un provechoso fin de semana.
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Darle espacio a una correcta y pausada selección de un sitio para comer nos asegura una peculiar experiencia de gozo, una memoria imborrable que se queda entrelazada a aquello que se queda en el repositorio de lo que nunca olvidamos. Pero si a esto le sumamos un viaje en carretera que vaya acompañado de esos momentos que nos sacan de la cotidianidad, que nos suman a lo espontáneo, entonces se vuelven la vida misma.