Ibérica Contemporánea: 20 años de conectar a través del flamenco

En CULTURA

Por: Aurora Vizcaíno Ruiz

 

 

¿Quién mueve las palmas? 

 

 

 

«Tú estás viendo un bailador, una guitarra, un cajón y una persona que está desempeñando espectacularmente un baile, pero lo que hay detrás de eso es un montón de palos flamencos, de ritmos diferentes, que se parecen, que vienen de la misma gama, digamos, pero de cosas diferentes», explica Adalina Carvajal Fonts, directora académica y artística del Festival Ibérica Contemporánea. El amor hacia la explicación detallada sobre los orígenes y formas de ejecución del flamenco se desbordan en sus gestos.

 

 

Adalina es la representación de lo que Adriana Covarrubias, la directora general del festival, define sobre alguien que se dedica a la representación del baile andaluz: viven con «mucha pasión, mucho sentimiento» y por eso «la gente lo siente», ya que «aflora del alma». Xiomara Dávila, encargada de la operatividad, no duda en afirmar que el flamenco tiene mucha fuerza para conmover a quienes lo viven. Ellas son piezas clave en la realización de Ibérica Contemporánea, el cual tendrá su décima edición este año. Las tres se sienten orgullosas de formar parte de un equipo que tiene a bien aproximar la especialización y representación del baile flamenco en nuestro estado, México y el mundo.

 

 

 

 

 

 

 

Conectar, un término relevante para el flamenco

 

 

 

El festival, de acuerdo con Adriana Covarrubias, tiene su origen en una necesidad formativa de la academia de danza Proart. Cada edición suele ser particular debido al concepto que atraviesa tanto a las representaciones dancísticas, el contexto social y las participaciones de artistas visuales. En este 2025, ha tocado el término de conectar. Adalina Carvajal Fonts explica que este término es muy relevante puesto que en el flamenco, en muchas de las coreografías, la mitad de ellas son ensayadas y la otra mitad se va improvisando en vivo: «Lo que viste ese día no lo vamos a volver a ver».

 

 

Tras la pandemia, a decir de Xiomara Dávila, es urgente que no se transite «por la vida con el estrés, el ritmo de trabajo, de todo», y que este festival es un espacio para «respirar y abrazarnos y vernos y juntarnos». La esencia de la conexión también es un motivo que a Adriana Covarrubias le motiva en el apoyo en los proyectos artísticos, puesto que considera que la conmoción del arte en la gente es el principal motor para que Ibérica Contemporánea haya resistido tanto tiempo y sea bien recibido entre la audiencia.

 

 

 

 

 

 

El flamenco es algo que, como dice, se trae en el ADN: —Por eso es exitoso, porque la gente lo siente. En las calles, lo siente. Al lado de la guitarra, lo siente. Creo que es un poco inherente al ser humano. La pasión, la fuerza, lo hacen un baile muy de sentimiento, muy de corazón. Así como hay gente que nunca en su vida ha oído ópera y de pronto al hacerlo se le salen las lágrimas, así es igual con el flamenco, porque es un sentimiento que aflora del alma. Hay gente que hace esa conexión.

 

 

Este año, del 12 al 19 de julio, se realizará la décima edición, a pesar de contar con una trayectoria de veinte años al tratarse de una bienal. El festival, que es posible gracias al esfuerzo de la Fundación Proart A. C. y el apoyo de la iniciativa privada y el público, es parte de la Asociación Internacional de Festivales Flamencos —y posiciona a México como el único país no europeo que pertenece a dicha asociación.

 

 

 

 

 

 

A lo largo de dieciocho años, ha contado con 150 espectáculos y eventos y la participación de más de 700 artistas, además de que en él se han impartido cursos, talleres, programas de becas internacionales, voluntariado y programas de inclusión para participantes con capacidades diferentes. En ediciones pasadas su programación incluyó a personalidades invitadas como Juan Paredes, Rosario Montoya «La Farruca» y Elisa Carrillo, y, en este 2025, la artista estelar es la bailaora española Sara Baras.

 

 

 

 

El peso detrás del baile

 

 

Vale la pena recordar que el flamenco fue una forma en la que las familias gitanas exploraban sus sentimientos con el arropo del virtuosismo del cuerpo escénico. Le han hecho frente a una vida dura con rebeldía artística. Adalina Carvajal Fonts es cubana de ascendencia española y ha vivido en México desde hace años; por eso, entiende el peso que hay detrás de la interpretación de un baile como el flamenco: —El dolor mío es otro tipo de dolor diferente al de un gitano que está bailando por derecho. ¿Qué es lo que hago? Eso es lo que hacemos muchos latinos, llevar nuestro propio dolor al baile.

 

 

 

 

 

 

No quiere decir que su dolor sea más fuerte que el mío. Mi dolor puede ser tan o más fuerte que el de ellos. Entonces, mi manera de interpretarlo va a ser con mi propio dolor. El dolor de mis raíces. El dolor de mis ancestros. El dolor de la ausencia de mi país. Todas esas cosas las llevamos y lo expresamos mediante la danza. Y así la búsqueda de pertenencia hacia un origen perdido (o muy difícil de rastrear) encuentra un lenguaje común que conecta con las fronteras históricas y todos los tiempos: el arte.

 

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