Un paisaje para vestir
En CULTURA
Por Ana Karina Vázquez
Horas y horas de urdir, de combinar colores, técnicas para tejer, enredar los hilos hasta darles forma y color, convertir la lana, la tela, iluminar el cuadrillé a puntadas y darles sentido, volverlas abrigo, vestidos de gala: vestir identidad.
Hay una constante en las distintas tradiciones de textiles artesanales en el estado. Se trata de aprendizajes heredados entre mujeres cuando hablamos de bordados como los que se hacen en Tolimán y Amealco. La cosa cambia cuando hablamos de la lana que caracteriza a Colón y a Bernal, en Ezequiel Montes, pues ahí, hombres y mujeres por igual aprenden a usar los telares para confeccionar prendas de abrigo que en su momento les servirán para las largas jornadas de pastoreo por las mañanas durante los meses más fríos del año.
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Joaquina Reséndiz y Hortencia Jiménez, artesanas textiles del grupo Ma-Bu'i, Tolimán, Qro.
Tolimán, la reafirmación
de una identidad
Al norte, entre las montañas que conducen a las entrañas de la Sierra Gorda, las manos de las mujeres de Tolimán se han dedicado no solo a preservar la vestimenta tradicional de gala que se usa en festividades especiales, sino ahora también a difundirla.
Es el caso de Hortencia Jiménez, creadora de la muñeca Tenchita, que viste una blusa de randa, con un bordado delicado a mano y es cubierta con un quexquémetl —una prenda superior que antiguamente era elaborada con seda—, una falda negra con listones bordados en lo bajo al estilo «camaroneado», por las formas semicirculares que mantienen, y, debajo, una enagua de labor, también con bordados.
La muñeca se ha convertido en un símbolo del orgullo de la tradición otomí y se ha vuelto portavoz de la cultura de la región tanto en pasarelas de textiles como en las aulas del municipio de Tolimán, en las que, a través de talleres, se ha enseñado a las mujeres, jóvenes y niñas el significado de la vestimenta y las técnicas de bordado que caracterizan al traje regional.
No solo las agujas y los hilos que delinean a colores las prendas del traje caracterizan a las manos artesanas de Tolimán, sino que también elaboran vestidos y blusas con técnicas como la burgalesa y el deshilado. Días y hasta varias semanas en las que las mujeres se dedican a crear diseños únicos con la tela se ven reflejados en los resultados finales. Las figuras no son casualidad, pues es posible encontrar rombos que representan los cuatro puntos cardinales, flores de la región o hasta las montañas mismas que rodean a las comunidades del municipio: un paisaje para vestir.
Aunque desde hace siglos las artesanas llevan trabajando en las prendas que utilizan para ocasiones especiales —como las festividades de la diosa del Agua, la tortuga Xajay, en las que se festeja al santo patrono de Tolimán, san Pedro, o las de san Miguel Arcángel y La Purísima Concepción—, ha sido una práctica que se ha convertido también en una investigación de las raíces, la reafirmación de la identidad entre las mujeres mayores y las niñas. Algunas veces, por influencia de las madres, se han dado casos en los que los hombres también han aprendido a bordar.
Hortencia es fundadora de la tienda del Grupo de Artesanas Ma-Bu'i, que en otomí significa «mi origen», o «mi lugar»; ahí, ella, junto con otras mujeres, se ha dedicado a la elaboración de Tenchitas, y también a ofrecer productos que elaboran de manera artesanal, como jabones, miel de la zona y cremas con hierbas basadas en la medicina tradicional, aunque el producto principal es la ropa única.
Tenchita es la embajadora que viste de gala como las mujeres de Tolimán, sin embargo, representa también las manos trabajadoras y creativas de cada una de ellas, quienes continúan laborando en sus casas, después de terminar con sus tareas del hogar, en inventar diseños y bordar con colores. Piensan solo en eso; las horas en las que crean son solo suyas.
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Doña Elia Ramírez sostiene una lanzadera en un telar tradicional en la comunidad de San Martín, Colón, Qro.
Colón,
el cobijo de lana.
Un poco más hacia el sur, en la comunidad de San Martín, en el municipio de Colón, Elia Ramírez Gutiérrez es heredera de la tradición de telar —por parte de su padre— y del tejido en crochet —por parte de su madre. Ambos aprendieron el oficio y las técnicas del proceso de la lana desde la obtención de sus propias borregas, para luego limpiarla y tratarla hasta convertirla en hilo.
Hoy la tradición sigue viva, puesto que Elia está enseñando el oficio a su hija, que ya añade su propio toque a los diseños incorporando aplicaciones. Los tintes que utilizan siguen siendo naturales, así como las grecas y los tejidos tradicionales que adornan los jorongos y los rebozos, que preparan desde la primavera como preámbulo para abrigarse en el invierno.
Elia cuenta que el sustento de su familia —conformada por nueve hermanos— siempre estuvo apoyado por la elaboración del trabajo artesanal. A diferencia de los bordados, el tejido en lana no se ha limitado para hombres o para mujeres; incluso las construcciones de los telares han sido modificadas para el acceso de ambos. Para ella, el telar y el gancho del crochet le han traído independencia económica y libertad creativa, pues sabe que los productos artesanales compiten con un sinfín de prendas elaboradas en serie, pero que no tienen alma.
Las aplicaciones de crochet en telas como mezclilla y la inclusión de pedrería en los diseños tradicionales de lana son parte de los aportes que ella ha hecho para dejar su propio sello. Además, ha investigado y continúa aprendiendo en las maneras de tratar la lana para lograr tejidos más finos y ligeros, y que a la vez mantengan los procesos tradicionales de tejido y algunos diseños, preservando la calidez del material.
Actualmente, es posible encontrar las creaciones de Elia, su hija y sus compañeras en el parador turístico Jardín el Canto del Cenzontle, en la entrada a la comunidad de San Martín, rumbo a Bernal. Además de un buen abrigo en lana y creaciones en crochet, los fines de semana también ofrecen gastronomía típica de este pueblo minero.
Algunos objetos y artículos elaborados por artesanas de Badú, Amealco, Qro.
Los bordados
de Amealco.
«Las personas que elaboran artesanías no solo dejan un pedacito de sí mismas en cada pieza, también el corazón», asegura Javier García, artesano de Amealco y fundador de Artesanías Badú. Cada diseño es único y se distingue por reflejar la flora y la fauna de los bosques amealcenses en las distintas prendas que son confeccionadas, sobre todo, por las mujeres bordadoras.
Conejos, venados y pájaros adornan las mexhmes, o «servilletas bordadas», pero también los cuellos de las blusas y las camisas de los hombres. Grecas, figuras de los cerros y las plantas de los bosques se pueden encontrar en las telas que hoy se bordan y que suelen ser mantas o cuadrillé.
Javier reconoce que la actividad del bordado ha sido considerada solo para las mujeres, sin embargo, señala que es una idea que poco a poco se está cuestionando, pues con el tiempo y el reconocimiento que el trabajo artesano ha ganado los hombres se han ido involucrando cada vez más en las creaciones.
El caso de la muñeca Dönxu es un ejemplo, pues cuenta que, cuando las mujeres la elaboran, los hombres se involucran en actividades como el corte de las partes del cuerpecito o el relleno que conforma su interior.
La tradición no detiene la versatilidad y la necesidad de innovar, como en el caso de Hortencia y de Elia, Javier y sus compañeros buscaron la manera de ampliar la gama de productos artesanales que ofrecen: desde enero comenzaron a fabricar tenis completamente cubiertos con los bordados tradicionales de Amealco, cuya elaboración puede llevarles hasta dos semanas.
La convivencia entre el pasado y el presente es una constante en la artesanía queretana que busca aprender de su historia, resistir en su presente y mirar hacia el futuro, a través de la innovación y de compartir su visión del trabajo manual con las nuevas generaciones para preservarla.
El abrigo que brindan con sus prendas va más allá del fisiológico, puesto que también aborda una cuestión de pertenencia, en la que el cobijo demuestra las raíces con dignidad, paciencia y persistencia. Elia, Hortencia y Javier saben que existen máquinas que producen prendas en serie y que tratan de imitar los bordados o que buscan la premura en la elaboración, sin embargo, prefieren el detalle y el trabajo en equipo.
Los conocimientos de la artesanía textil queretana tienen como cualidad compartir experiencias y apoyo mutuo. Las tiendas Ma-Bu'i y Badú son el resultado del trabajo colaborativo entre personas de las comunidades que cuentan con habilidades diversas, y, en el caso de Elia y el Taller Mariposas de Seda, una búsqueda por compartir las herramientas del telar con más personas, para así también apoyar a las economías familiares de la comunidad.
Grupo de Artesanos Ma-Bu'i. Andador Abasolo, Tolimán, Qro. · T. 442 111 4322
Parador turístico Jardín el Canto del Cenzontle. Camino a San Martín, Colón, Qro. · T. 419 103 3560
Artesanías Badú. Carr. Amealco - San Ildefonso km 17, Amealco, Qro. · T. 442 111 4322
*Periodista por la UAQ y maestra en Comunicación por la UNAM. Es reportera en el Diario de Querétaro, trabaja como docente en la UAQ y como productora en TvUAQ; es cofundadora de Proyecto Saltapatrás.