Álvaro Mondragón Pérez.

En ENTREVISTA

A punto de jubilarse, el L. A. E. Álvaro Mondragón Pérez ha estado al frente de la Imprenta Oficial del Gobierno del Estado desde hace treinta años. Esta imprenta es la memoria gráfica de las últimas décadas del gobierno estatal, pues en ella se han impreso los diarios y libros oficiales, así como la papelería de las diversas dependencias en todo este tiempo. Actualmente imprimen, mes a mes, los veinte mil ejemplares de la revista Asomarte —como en su momento hicieron con su antecedente, el periódico Tesoro Turístico—, la cual tiene un proceso que va desde preprensa, offset, compaginación, encuadernación y corte. Charlamos con él para que nos contara sobre su experiencia en estos años.

 

¿Cómo inicio en este trabajo?

Yo venía de la iniciativa privada, querían que esto funcionara como una empresa y lo ha hecho, no con utilidades, porque no damos servicio al público, pero hemos tenido muchos ahorros en costos desde materiales, mano de obra y producción al tratar de hacer todos los trabajos del Poder Ejecutivo aquí: desde tarjetas de presentación hasta libros, revistas y toda la papelería del gobierno del estado, las secretarías y dependencias. En un principio batallamos mucho por falta de equipo, pero tratamos de dar siempre el 100% de lo solicitado. Cumplimos y aquí siguen funcionando los talleres, con un cálculo de que puedan aguantar hasta veinte años más dando servicio.

 

¿Cómo han cambiado los procesos en este tiempo?

El proceso por ejemplo de offset era todavía en negativos, con una cámara para tomarlo y después revelarlo en un laboratorio con químicos. Después se tenía que quemar una lámina para hacer la placa y luego la selección de color debía hacerse con una máquina especial. Era una salida en negativo en selección de color.

 

¿Añora algo de las máquinas anteriores?

Son historia y recuerdos. Antes trabajábamos parte de la mañana, tarde y noche para poder sacar las necesidades del gobierno. Ahora está un poquito más desahogado el trabajo. Con las nuevas máquinas hay mayor volumen, mayor calidad y menor tiempo de entrega.

 

¿Qué siente de haber estado al frente de la imprenta durante estas décadas?

Mucha satisfacción. Yo la vi en pañales... Agradezco que las experiencias y los resultados que se tienen sean valorados.

 

¿Qué nos puede decir sobre la bibliografía, la memoria de lo que se imprime? ¿Hay algún libro por el que tenga particular aprecio?

Lo único que se tiene antes del 91 son los diarios oficiales, pero ningún libro. Desde entonces tenemos todos los que hacemos; el diario oficial es lo más intenso que tenemos porque se imprime dos o tres veces por semana. Tengo particular aprecio por los libros de la Constitución de 1917 que hicimos entre 1992 y 1995 con la máquina de dos colores. Fueron cinco tomos, de mil doscientos ejemplares cada uno, con lo cual se ganó un premio en España. Hay otros libros muy interesantes, por ejemplo las Memorias de un desmemoriado aprendiz de misionero del padre Miracle o el del Salón de la Historia, o la historia del obispo Francisco Venegas Galván.

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