La gran fiesta popular de la cerveza

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La gran fiesta popular de la cerveza

Ana Noriega

El otoño tiene el potencial de ser la estación más equilibrada del año, en todos los sentidos.

Sin las alergias, los calores extremos y la efervescencia social de la primavera; sin las aglomeraciones, las elevadas expectativas y las depresiones estivales; y sobre todo sin las

imposiciones disfrazadas de tradición, el consumo desmedido y el descenso de temperaturas que trae consigo el invierno. Al menos en Querétaro, las primeras semanas de otoño llegan con temperaturas cálidas, que invitan a inventar cualquier pretexto para hacer una fiesta.

Los alemanes son, independientemente de las filias y las fobias, un pueblo que históricamente ha sabido identificar los potenciales y, naturalmente, sacarles provecho. Quizá haya sido por esta característica visionaria que, a principios del siglo XIX, los entonces futuros monarcas del Reino de Baviera, Ludwig de Wittelsbach y Therese von Sachsen-Hildburghausen, eligieron el equilibrado mes de octubre para contraer nupcias. Todos los habitantes de Múnich fueron convidados a los festejos que se realizaron en los jardines ubicados a las puertas de la ciudad —los cuales, en honor a la novia, fueron renombrados como Theresienwiese— e incluyeron carreras de caballos, música, niños atavia dos con los trajes tradicionales de las nueve regiones del reino y, desde luego, mucho vino y mucha cerveza.

La celebración por el aniversario del matrimonio entre Ludwig y Therese se instauró como efeméride anual en la capital bávara, logrando sobrevivir a los periodos de aguda inestabilidad social, económica y política que con el paso del tiempo se dieron en la región; si los reyes anticiparon de alguna manera que la tradición permanecería vigente hasta dos siglos después, es difícil de adivinar. Lo cierto es que, al día de hoy, Oktoberfest en Múnich es la volkfest —que en alemán significa «fiesta del pueblo»— más grande de Alemania y del mundo. Cada año durante dos semanas, las previas al primer domingo de octubre, alrededor de seis millones de visitantes provenientes de todas las latitudes acuden a los jardines de Theresienwiese para disfrutar de una gran verbena con música, comida, juegos y demás atracciones, en la que la protagonista indiscutible es la cerveza, específicamente la märzenbier, que es la lager local.

 

Oktoberfest en Querétaro

 

La pertinencia de esta gran fiesta para el pueblo es tal que su realización no solo ha sobrevivido siglos, sino que se ha expandido por toda Alemania e incluso ha cruzado fronteras; en la actualidad, para deleite de los aficionados a la cerveza, existen eventos en muchas ciudades del mundo que emulan al festejo muniqués por excelencia. Uno de los aspectos que ha propiciado que esta volkfest se adapte tan bien a todas las nacionalidades es que no hace falta que haya una conexión profunda o directa entre los festejantes y el sur alemán para entenderla, mucho menos para disfrutarla.

En Querétaro, a partir de la segunda década de este siglo se ha dado un auge en la producción y el consumo de cervezas artesanales. El florecimiento de esta industria tiene un origen incierto. Es probable que provenga, más que de una influencia alemana, de una estadounidense; los

jardines de cerveza artesanal tienen una historia más consolidada en las zonas suburbanas de los estados típicamente industriales de Estados Unidos, principalmente en las regiones del Medio Oeste y el Sur, donde un alto porcentaje de la población es, efectivamente, de ascendencia germánica. El desarrollo enfocado a la industria y el innegable influjo de los usos y costumbres estadounidenses en Querétaro sostienen la teoría de este paralelismo.

 

Independientemente de cómo haya surgido la moda de la cerveza artesanal a nivel local, lo cierto es que hoy en día este tipo de bebidas, junto con el vino y sus derivados, han ubicado a Querétaro en las rutas gastronómicas nacionales que siguen los fanáticos del buen comer y beber. Así como los beer gardens en Estados Unidos fueron encontrando un estilo propio para fermentar maltas y lúpulos, las cervecerías queretanas también han acertado sus propios sabores y su propio ambiente para acompañar a las bebidas que elaboran. No obstante, hay algo en lo que las cervecerías de ambos países —y las del resto del mundo— coinciden: la celebración de Oktoberfest. A continuación cuatro lugares en Querétaro en donde esta fiesta de la cerveza ya es una práctica anual.

 

Brewer Gastropub

En el corazón del Centro Histórico de Querétaro está la casa de Cerveza Toro, la primera cerveza artesanal contemporánea que vio nacer la ciudad. Su historia se remonta al 2010, cuando la familia Torales Rodríguez inauguró su microcervecería, luego de algunos experimentos caseros. Unos años después, la familia abrió las puertas de Brewer Gastropub en la calle Arteaga, a una cuadras de la Alameda Hidalgo, un lugar para disfrutar las seis variedades de cerveza que producen —así como de una extensa selección de otras etiquetas nacionales e importadas— en un ambiente relajado, complementadas con un menú propio que retoma las recetas más típicas de los jardines de cerveza estadounidenses y alemanes.

Naturalmente, los pioneros en el estado de la cerveza artesanal evocan año con año el espíritu bávaro y, siguiendo el calendario alemán original, dedican el último fin de semana de septiembre a festejar Oktoberfest. Para la ocasión, la cocina de Brewer prepara un menú alemán especial con muchos embutidos y diferentes presentaciones de kartoffeln, entre otros platillos. Pero sin duda lo más esperado de la celebración es el pinchado de barril de la cerveza conmemorativa que los acompaña, y en torno a la que gira toda la celebración.

 

Si bien no se venden entradas para el Oktoberfest de Brewer, para asistir es indispensable hacer reservación previa.

Compañía Cervecera Hércules

Es probable que en estos tiempos no existan cervezas queretanas más famosas que las de la Compañía Cervecera Hércules. Surgida en 2011 en las instalaciones de la antigua fábrica de textiles El Hércules, que data de los tiempos del Porfiriato y está ubicada en el barrio homónimo, esta empresa ha sabido aprovechar su contexto histórico para llevar el concepto de jardín de cerveza a otro nivel.

Hércules ofrece una gama amplísima de cervezas artesanales, algunas de ellas estacionales, en un lugar que fusiona el encanto de un inmueble del siglo XIX prácticamente intacto, con estallidos de cultura visual urbana esparcidos alrededor del mismo.

Además de los clásicos gastronómicos de cualquier jardín de cerveza, que van desde salchichas alemanas hasta faláfel, Hércules incorporó algunos favoritos de la comida callejera mexicana a su menú, entre estos esquites, tacos y helados de garrafa.

 

Como era de esperarse, el mismo entusiasmo que Hércules pone en la cocción de cada una de sus cervezas y en el diseño de sus etiquetas también lo aplica en los preparativos para sus festejos de Oktoberfest, que suele realizar el primer fin de sema na de octubre. La pasión por las lager que inicialmente llevó a los fundadores de esta compañía cervecera a incursionar en la producción de cerveza se fue acentuando con cada festejo de Oktoberfest, un interés que desembocó en la creación la familia lager apparatus, que elaboran con procesos alemanes tradicionales y de la que nacen la festbier y su propia märzenbier. Estas variedades se continúan vendiendo en las semanas posteriores a la celebración, tanto en el jardín de cerveza como en el almacén que se ubica en avenida Universidad.

Las entradas para el Oktoberfest de Hércules se empiezan a vender se manas antes del evento y siempre se agotan porque nunca decepciona: un fiestón con música en vivo, mucha comida y cerveza clara sin límites.

 

Norte B

 

Una de las alternativas más nuevas en Querétaro para degustar cervezas artesanales es Norte B, un lugar ubicado a las afueras de Tequisquiapan —concretamente en el kilómetro 50 de la Carretera Estatal 200—que ofrece lo mejor de dos mundos: en una de sus dos terrazas sirven los vinos que producen, y en la otra, las cervezas. A la experiencia sensorial de beberse una cerveza en el lugar en el que fue elaborada, se suma la experiencia estética de hacerlo en instalaciones contemporáneas que contrastan con el entorno rural, ya que la barra, las áreas de consumo, la tienda en la que se pueden comprar productos para llevar y la propia cervecera se distribuyen en los espacios cerrados y al aire libre de un proyecto de arquitectura con contenedores.

Norte B celebró su primer Oktoberfest el año pasado, con la particularidad de haberlo hecho hacia finales del mes de octubre y de servir, además de sus propias cervezas y una oferta gastronómica en la que los ingredientes de la región tuvieron un rol protagónico, las propuestas de cervecerías locales y nacionales invitadas. Esta cervecera adaptó el festejo tradicional a su manera, transformándolo en una especie de convivencia entre compañías cerveceras que brindó a los asistentes la posibilidad de tener una comprensión más amplia y educada en torno al consumo de cerveza artesanal; por si fuera poco, en el programa se incluyeron actividades didácticas como catas y charlas con productores de las diferentes compañías.

Para asistir al Oktoberfest de Norte B, también es necesario hacer reservación previa.

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