Panorama de las fiestas decembrinas: Un recorrido por algunas costumbres de siete municipios de Querétaro.

En CULTURA

Panorama de las fiestas decembrinas:

Un recorrido por algunas costumbres de siete municipios de Querétaro.

Patricio Cevallos

 

 

En Querétaro, como en el resto del país, las fiestas decembrinas revitalizan los valores de las comunidades. Las costumbres se vuelven rito y todo parece girar alrededor de la congregación: en las calles suenan más los pasos que los coches, las guirnaldas iluminan los símbolos navideños, en algunas regiones cambian los vestuarios y lo elemental —comer, bailar, charlar— vuelve a marcar el curso de los días.

 

Jalpan de Serra

 

En el norte del estado las fiestas son particularmente musicales. Durante las dos noches más celebradas —Nochebuena y Año Nuevo— los tríos de huapango dirigen la escena musical entonando tradicionales minuetes, cantos a lo divino y alabanzas. Asimismo, a lo largo del mes los vecinos suelen hacer presentaciones de pastorelas, conciertos de rondalla (bandas) y estudiantinas (exhibiciones musicales de estudiantes universitarios). En casi todos los barrios y colonias del municipio se organizan posadas: hay piñatas, entrega de aguinaldos y en ocasiones sobresalen, también ahí, los huapangueros.

 

Durante todo el mes de diciembre, en el centro histórico de Jalpan abundan los tamales, un singular atole de maíz de teja (semilla de girasol) y el tradicional zacahuil, que atraviesa la huasteca para afianzarse cada vez más a la gastronomía jalpense.

 

 

Colón

 

Los colonenses, como tantos mexicanos y mexicanas, inauguran las fiestas el 8 de diciembre celebrando el día de la Inmaculada Concepción de María. Cada año, las familias designan padrinos que, del 8 al 24 de diciembre, cuidan a un Niño Dios: los padrinos «alejan» al niño de la familia, lo resguardan, le ofrecen ropas nuevas, tamales, atole o ponche, y finalmente se reúnen en Nochebuena para festejar en comunidad el nacimiento de Jesús. Quizás a partir de este rito pueda explicarse la abundancia de nacimientos: las familias suelen agrupar piedras, musgo, heno, paja, aserrín, arena, ramas de pino, figuras pequeñas de pastores y animales para crear cerritos, establos, pesebres y cunas que reconstruyen la escena navideña original. En simetría con los adornos que se colocan en las calles, los nacimientos están rodeados de escarcha, estrellas, figuras angelicales, luces de colores, guirnaldas y figuras de barro.

 

A pesar del frío que suele aquejar a la región, las calles de Colón están llenas de vida: a lo largo del mes los vecinos piden posada (tamales, ponche, buñuelos) entre oraciones y villancicos, organizan procesiones con el «misterio de los santos peregrinos» alrededor de la cabecera municipal, y adornan tanto la parroquia de San Francisco como la basílica de Soriano. En el altar de esta última destaca la escultura del Niño Dios de las Rosas, donde suelen juntarse los creyentes a orar durante los principales momentos religiosos del festejo navideño.

 

 

Tolimán

 

En Tolimán suelen estar orgullosos de su vasto calendario festivo. No por nada se le ha identificado como «el alma religiosa de Querétaro».

En este municipio vecino de Colón—aunque también celebran el día de la Inmaculada Concepción— la fiesta grande comienza el 12 de diciembre honrando a la Virgen María. Como en tantos otros territorios de México, año tras año los tolimaneses celebran y conmemoran la advocación de Guadalupe. Comunidades como Panales, La Villita, Chalmita y El Pueblito se reúnen en la cabecera municipal para iniciar peregrinaciones enarbolando la imagen de la Virgen, o bien para celebrar la homilía.

 

A partir del 16 de diciembre, tan solo cuatro días después del día de la Virgen, las comunidades comienzan a organizar posadas como el preludio perfecto de Navidad. El fervor religioso cautiva el espíritu: las casas y los barrios se preparan; algunas para organizar un festín con bailes y villancicos, otras para contribuir a los preparativos de las famosas capillas oratorio, sitios, estos últimos, en donde se lleva a cabo, mediante oraciones, convivios y festejos, la última posada el 25 de diciembre.

 

En las capillas oratorio (reconocidas por la Unesco como patrimonio inmaterial desde el 2009), así como en otras capillas familiares del municipio los tolimaneses han convertido a los nacimientos en un atractivo turístico. Algunas familias deciden abrir al público sus adoratorios (es posible reservar una visita a través de la Coordinación de Turismo Municipal); construyen sus nacimientos con símbolos o adornos personales y le dan un toque de singularidad a esta longeva tradición.

 

La gastronomía tiene un papel protagónico en el panorama navideño de los municipios: en Tolimán no faltan ni romeritos acompañados de mole rojo ni el típico pozole, aunque el espacio irremplazable de la bandeja es para los tamales: hay rojos y verdes rellenos de pollo o de puerco, hay de rajas, de queso y de dulce. En las fiestas de fin de año los vecinos suelen festejar alrededor de los concursos de pulque, y acompañan sus bebidas con carnitas.

 

Tequisquiapan

 

Las dinámicas festivas en Tequisquiapan comienzan en cuanto inicia el último mes del año. El 3 de diciembre se inaugura el novenario y, peregrinando, los creyentes recorren el municipio. Cada día, una colonia diferente asiste a los peregrinos con un rosario, mientras otros colaboran en la celebración de una misa en honor a la Virgen de Guadalupe. Conforme los caminantes se acercan a la parroquia principal, las calles se tiñen de los colores del manto de la Virgen, rompen el silencio distintos cantos religiosos y empiezan a aparecer flores, olores incensarios e instrumentos. Finalmente, el 12 de diciembre se celebra la misa oficial y es posible asistir al festín cultural que cubre la plaza central: hay niños que asisten vestidos como Juan Diego, niñas con vestidos de manta y collares tricolor, grupos locales de danza prehispánica que celebran con tambores y penachos: una fusión característica del México más alegre. La ocasión se aprovecha en grande, y algunas colonias como Hacienda Grande ofrecen comida a los asistentes: suele tratarse de un «mole de fiesta», acompañado de arroz, frijoles voladores y tortillas pintadas hechas a mano.

 

Las noches siguientes, particularmente del 16 al 23 de diciembre, entre las 19:00 y las 21:00 horas, los locales organizan las típicas posadas navideñas. La tradición se cumple con tanto rigor que, desde hace algunos años, la alcaldía publica un calendario con las familias responsables de las posadas. La división se da por calles, de modo que a cada calle principal le corresponde una casa —una familia— que organiza la posada, adorna su fachada y coordina las actividades con la parroquia principal.

Finalmente, en Nochebuena se realiza un desfile de carros alegóricos por las calles del centro histórico. Se recrean los principales pasajes bíblicos de la vida de Jesús, y es un evento abierto al público cuyo objetivo es la llegada a la parroquia, donde se oficia la misa de acción de gracias.

 

Amealco

 

Al igual que en el resto de los municipios, en Amealco el calendario lo dictan los feligreses. La fiesta patronal en honor a la virgen de la Inmaculada Concepción, cuya estatua en el centro histórico data del año 1756, da inicio a los festejos: el 8 de diciembre se cantan las mañanitas y finalizan las procesiones iniciadas veinte días antes. Así, se celebra, por un lado, la culminación de un proceso ritual altamente significativo para la comunidad amealcense y, por otro, el inicio de un periodo de fiesta que terminará en enero. La misa de este día cuenta con la presencia del obispo y conlleva un rico festín gastronómico: las familias ofrecen a los asistentes pan y bebidas calientes, y algunos habitantes venden buñuelos con miel de piloncillo, ponche, enchiladas, pambazos, tamales o atoles de champurrado.

 

Seguido de esta celebración, además de las tradicionales posadas que hacen mella en todo el país, el 12 de diciembre el municipio sureño del estado lleva a cabo una insólita tradición: a partir del mediodía, sacerdotes de la comunidad acompañados de fieles bendicen toda clase de automóviles previamente adornados con colores mexicanos: consagran tráilers, camionetas, carros y motonetas.

 

Para aumentar la experiencia cultural a la que es posible asistir en esta época, del 16 al 18 de diciembre se organiza la Feria del Libro Léele: un convite literario en donde convergen escritores, académicos, artistas, intelectuales y lectores. A las actividades librescas de la feria se suman danzas folclóricas, estudiantinas, bandas de viento y exhibiciones tecnológicas como una proyección de video mapping.

 

 

San Juan del Río

 

 

Es difícil abordar la tradición de los nacimientos en el panorama navideño queretano sin conocer el Museo Nacional del Nacimiento de San Juan del Río. Único en su especie, este museo privado cuenta con aproximadamente 700 belenes que son parte de una colección mayor, propiedad de una señora que comenzó coleccionando nacimientos y terminó haciéndolos, solo que a base de materiales reciclados.

 

A pesar de que esta exposición invita a evocar la Navidad en cualquier momento del año, la presencia de nacimientos hogareños, adornos de papeles colgantes al frente de las casas y figuras de luces que elaboran las familias sanjuanenses son signo indistinguible de días de música, baile y ponche. Igual que en Tequisquiapan, los vecinos de San Juan se reparten la organización de las posadas, de modo que cada día una familia distinta gestiona los arreglos de la calle, los cánticos, las piñatas, y abre las puertas de su casa para mostrar sus ornamentos navideños.

 

 

En estas fechas la gastronomía sanjuanense, además de contemplar todos los platillos típicos de la época —ponche, buñuelos, tamales—, suele incluir lomo en salsas agridulces, camote achicalado, pasteles de carne y dulces de confite.

 

 

San Joaquín

 

Podría decirse que el emblema navideño de San Joaquín es el árbol. Una versión gigante en la explanada municipal anuncia la llegada de las fiestas y poco a poco el fresco olor del pino alcanza varios rincones de la ciudad. Los nueve días de posada se cumplen a rajatabla, aunque en San Joaquín, con más énfasis que en otros territorios, la tradición incluye las negadas: dos casas que niegan la posada y aumentan el suspenso de los caminantes, pues es hasta la tercera ubicación donde los peregrinos serán recibidos por la familia que organiza la fiesta y la entrega de aguinaldos. Estos, generalmente, son bolsitas con dulces locales, cacahuates y fruta.

 

El espíritu comunitario de los sanjoaquinenses se revela, primero, por su participación al momento de organizar procesiones y en la recepción que le hacen al «santo misterio» después de las negadas, pero sobre todo en la extraordinaria comida de Año Nuevo. Cada primero de enero se reúnen a celebrar familias, amistades y turistas en el Parque Nacional de Campo Alegre; suele haber un elenco artístico, carreras de caballos, juego de palo encebado (o cucaña) y concursos de rayuela.

 

 

Satélite (a la altura de San Joaquín)

De lo privado a lo público, los cambios en las fiestas decembrinas.

Por Felipe Camacho Martínez, cronista municipal de San Joaquín.

 

Los festejos correspondientes al fin de año y Año Nuevo, décadas atrás años, en los sesenta e inicios de los setenta, se realizaban en la casa de don Blas Arteaga, ubicada en el palo grande perteneciente ahora a la localidad de la Guadalupana. Ahí se concentraban los habitantes de la cabecera municipal y localidades aledañas para celebrar con él y su familia con música, juegos pirotécnicos y comida para despedir el año y recibir el nuevo, hasta que el 11 de diciembre de 1973, el gobierno municipal creó un comité que se eligió para la realización de las fiestas, a cargo de la administración municipal (todavía no se llevaba a cabo la comida  de Campo Alegre). Posteriormente, va teniendo varios cambios: se agregan eventos deportivos, eventos artísticos, quema de juegos pirotécnicos, hasta llegar a la época donde se recibe el año con uvas y chispitas que otorga el gobierno en turno, evento que se realiza en la explanada de la presidencia municipal después de la celebración de la misa.

 

 

Satélite 2 (a la altura de San Juan del Río):

La navidad de un cronista municipal

Por Neftali Saénz, cronista municipal de San Juan del Río.

 

Para mí, sobre todo el 24 es un momento de reunión con la familia, en la casa familiar o en la que designemos de alguno de nosotros, por lo regular es en casa de mi madre, donde nos reunimos mis hermanos, sus esposas y esposos, los hijos de todos y pasamos un momento tranquilos, reunidos, conversando sobre las anécdotas buenamente vividas. También sirve este momento para recordar a quienes ya no están con nosotros, para reflexionar sobre nuestra unión familiar, el mantener los lazos unidos, para un mejor vivir en familia y, desde luego, brindar por el bienestar de todos. Repartimos una cena en la que todos colaboramos con los tradicionales platillos navideños. En nuestro caso somos fieles católicos y arrullamos al niño Jesús a las cero horas del 25 de diciembre, ya después parte la Nochebuena y reflexionamos sobre una conmemoración de la natividad del señor que siempre nos llena de alegría. Desde luego, antes del arrullo del niño pedimos posada, también rompemos piñatas, encendemos luces de bengala y disfrutamos el momento en familia.

 

Satélite 3 (a la altura de Tequisquiapan):

El sabor decembrino de Tequisquiapan

 

Además del «mole de fiesta», el cual muchas veces se acompaña con carnitas de cerdo o barbacoa de res o borrego, en este municipio queretano se suele cenar previo a la Navidad —o, incluso, algunas familias el 24— pozole blanco, rojo o verde, con carne de cerdo o de pollo, así como tamales de chile rojo y verde con carne y pollo, de queso con chile, y de rajas, o bien, tamales dulces: de piña, limón, y zanahoria con pasas. Estos platillos se acompañan con ponche de frutas o atoles de guayaba, chocolate, fresa, limón, arroz con leche y champurrado. En la cena del 24 de diciembre, a la mesa se sirve lomo de cerdo adobado al horno, pavo al horno, pollo en su jugo, ensalada de manzana y crema, buñuelos y en muchos casos los tradicionales romeritos con mole. 

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