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En CULTURA
De: Paulina Zamora
Hace un par de años, en una visita al Museo de Arte Contemporáneo de Querétaro, vi exhibidas una moneda y una hoja de papel donde estaba escrito con caligrafía el sueño que su autor había esperado durante meses. El planteamiento de la obra era que el artista colocó una moneda en uno de sus zapatos y se propuso caminar con ella hasta que apareciera en sus sueños. Este ejercicio donde la imagen se reveló en el cuarto oscuro onírico se titula «Autorretrato de un hombre durmiendo», es del artista Pancho Westendarp y la ficha técnica decía: registro de performance, 2011.
Esta pieza tanto performance como arte conceptual, que particularmente me gusta mucho, sirve como ejemplo de introducción para abordar la consigna de este texto: el arte contemporáneo. ¿En dónde se sostiene la reflexión de la obra: en los objetos de la resolución formal (moneda y hoja) o en el relato de la acción? En este caso, el relato forma parte intrínseca de la obra y es necesario para entender los objetos; por el contrario, al concepto quizá no le son indispensables esos objetos, podrían ser otros, tal vez un registro audiovisual, no lo sabemos.
Aproximación al arte contemporáneo
Si bien el arte contemporáneo se ha historizado como el periodo que sigue al arte moderno (el de las vanguardias) a partir de 1960 o como el arte del presente, la realidad es que no todo el arte que se produce en la actualidad es automáticamente contemporáneo. Teóricos, historiadores, sociólogos y artistas han propuesto que, más que una categoría temporal o cronológica, el arte contemporáneo es un género, un paradigma, un acontecimiento o una discontinuidad (esta última tiene nombre propio: Marcel Duchamp); se le define a partir de síntomas más que rasgos de estilo y se revisa desde un conjunto de obras, no como un movimiento. La mayoría de los conceptos del periodo clásico y moderno ahora establecen relaciones y significados distintos en el contemporáneo, que no son estrictamente excluyentes, sino que abren reflexiones en torno a ellos: bellas artes ~ artes visuales; creación ~ producción; medio ~ multimedia; belleza ~ discurso; expresión ~ concepto; estilo ~ método; obra ~ proceso; creatividad ~ investigación; virtuosismo ~ ejecución delegada; originalidad ~ singularidad…
Prácticas artísticas asociadas al arte contemporáneo.
En el paradigma del arte contemporáneo se incorporaron un montón de nuevas prácticas artísticas (además de las disciplinas conocidas de las bellas artes), de las cuales sobresalen cuatro: el ready-made, el arte conceptual, la instalación y el performance; estas priorizan la elección, la idea, el relato y la acción, proyectando la obra de arte más allá del objeto. El ready-made es una práctica en la cual las obras se realizan con objetos cotidianos o que no pertenecen al ámbito del arte y se introducen en un contexto artístico que lo legitima. Duchamp fue pionero de esta técnica con obras como «Rueda de bicicleta» y «Fuente». En el arte conceptual las ideas se consideran obras y la conceptualización tiene mayor importancia que su materialización. Requieren ir acompañadas de textos explicativos, declaraciones o instrucciones que hagan la función de mediación entre las obras y los espectadores.
Las instalaciones son propuestas en el espacio que hacen evidente la diferencia entre «representación» y «presentación» de los objetos y temas, a través de conjuntos híbridos temporalmente montados, donde el público puede tener una experiencia interactiva cuando involucran todos los sentidos. El performance es un dispositivo artístico constituido por acciones y no objetos, donde el artista está presente en un espacio, con un público, en una duración específica. Aunque son obras efímeras, suelen documentarse en registro audiovisual como forma de conservación y reproducción. La diversificación de los materiales, integración del contexto social y de los públicos como parte de las obras son rasgos que también definen a este paradigma, al igual que la multi/inter/transdisciplina y por dialogar con otros campos de conocimiento como la antropología, la filosofía, la historia, las ciencias naturales, entre otros.
¿Qué hay que considerar cuando se observa una obra de arte contemporáneo?
Olvidamos con frecuencia que la aproximación a las obras de cual - quier paradigma (clásico, moderno o contemporáneo) exige que el es - pectador tenga herramientas y co - nocimientos previos, así como una mediación, no solo en el último que ya resulta imprescindible, como dice Paulina Macías: el arte contemporáneo es menos retinal y más cerebral. Anna María Guasch lo deja claro: para evitar que la gente tenga una idea superficial hay que descifrar al arte contemporáneo, debemos penetrar perpetrados por una extensa base de información cultural. Hay que poseer todo un universo de lecturas y una serie de claves, ya que el arte contemporáneo se entiende a partir del significado, no a través de las formas.
La noción de que todo es válido en el arte contemporáneo no es errónea; sin embargo, no hay que perder de vista que estamos hablando de un campo con sus reglas, relaciones, metodologías, lógicas y espacios de legitimación. Por ello, «eso no es arte» no es un argumento válido al hablar de una obra colocada en el circuito artístico; en cambio, podemos hacer una crítica, evaluar si la pieza sostiene su premisa, qué sentido tiene en su contexto o cuáles son sus posibilidades de producción de significado o de conocimiento, elaborar por qué nos gusta o no.
El arte contemporáneo es uno que se reconoce consciente de circular en un contexto capitalista neoliberal, originando un diálogo entre lo global y lo local, el centro y la periferia, lo homogéneo y lo heterogéneo, la cultura dominante y la disidencia, el lenguaje y lo no-humano. Este paradigma policéntrico se aparta de los sentimientos estéticos para dar lugar a la discusión de aspectos geopolíticos, sociales, económicos, ecológicos, en un ámbito poscolonial. Al contemporáneo también se le adjudica ser un arte que reflexiona sobre sí mismo todo el tiempo
El panorama del arte contemporáneo en Querétaro.
En Querétaro existe un ecosistema donde confluyen espacios, curadores, eventos e iniciativas que desarrollan estas prácticas y las amplifican. Entre los artistas referentes (y lumbreras, me atrevo a decir) del arte contemporáneo, que cuentan con una sobresaliente producción y trayectoria, se encuentran daniela franco, quien desarrolla proyectos colaborativos que abordan ficciones, archivos, prácticas oulipianas y maneras de escribir sin escribir; Alejandro Uribe, que realiza prácticas conceptuales centradas en el proceso, el lenguaje, lo comunitario, lo político, la vida y la naturaleza; Valerio Gámez, quien aborda la sexualidad, el uso de sustancias, gestos iconoclastas y la experimentación en primera persona para realizar instalaciones y montajes fotográficos; o Pancho Westendarp —el autor del «Autorretrato de un hombre durmiendo»—, que hace registros que reformulan la representación del tiempo, en relación con la memoria, los rituales y la imagen.
Respecto a espacios, en el Museo de la Ciudad se pueden encontrar propuestas contemporáneas de creadores locales, nacionales e internacionales, lo cual lo hace un recinto vivo que se visita con frecuencia. Al tener una vocación de museo abierto y público, se ha convertido en el principal benefactor de los artistas que tienen la inquietud de hacer una carrera en el arte contemporáneo. El MACQ, que en las siglas contiene su propósito, es sede de prácticas como el performance y ha presentado a artistas locales de esta disciplina como Lechedevirgen, Alejandra La Bala Rodríguez y Fauste Gracia, hasta artistas de nivel internacional como es el caso de Regina José Galindo, cuyos registros audiovisuales de potentes acciones se pueden visitar hasta el 10 de noviembre. Trámite Buró de Coleccionistas es la feria de arte contemporáneo que se propuso descentralizar las redes, los espacios y las discusiones artísticas fuera de la Ciudad de México.
Ocurre cada año con un programa de curadurías organizadas en pabellones llamados «garages» y «refugios», adicional a las numerosas actividades, artistas, conversatorios, recorridos y encuentros durante la semana del evento. La galería HGZ es un espacio para la exhibición y el coleccionismo del arte contemporáneo en el centro de la ciudad. «Servicio Nocturno: Los Ángeles», del artista francés casi queretano Gaspard Le Guen, fue sin dudas una de las propuestas expositivas más interesantes, que mostraba fragmentos de un proyecto robusto alrededor de la poética funeraria.
En cuanto a arte digital y multimedia, hay dos espacios donde la línea curatorial pone al centro a aquellos proyectos en los que el arte y la tecnología se entrecruzan: la Unidad LVTN, dentro de la Casa de la Contracultura, y la Galería Municipal. En ambos se ha presentado la obra de artistas locales como Ivo Loyola, Horacio Warpola, Vishanti, Sara Martínez, Laura García, el colectivo SQNX, entre otros. Entre las jóvenes promesas contemporáneas de Querétaro están Daniela de la Torre, Salvador Banda y Arturo Sánchez, quienes se encuentran ampliando su formación con posgrados en Oxford, en la Ciudad de México y en Valencia, respectivamente. Queda claro que la conversación sobre el arte contemporáneo no tiene fin y es muy afortunado que Querétaro sea un lugar para continuar el diálogo.