¿A qué sabe el futuro? Segunda temporada.
En ENTREVISTA
Tras el evento de estreno de la segunda temporada de la serie ¿A qué sabe el futuro?, un amigo se acercó a Daniel García para comentarle que en el par de episodios que había visto «no le había dicho nada, pero hizo que se planteara algunas preguntas». La anécdota la cuenta el propio Daniel, colaborador habitual de Asomarte y creador del proyecto homónimo —cuyo formato audiovisual es coproducido por Nomo y por Radio y Televisión Querétaro—, para decir que eso es lo que buscan él y Omar González, el director de la serie: plantear una pregunta para que la gente se cuestione el acto de comer. Una pregunta que va más allá de lo gastronómico y de las recomendaciones, y que tiene que ver con la comensalidad y la búsqueda de aspectos que den un panorama más amplio sobre el comer en general. Conversamos con él a propósito de los cinco episodios de esta nueva temporada, que se estrenó a finales del año pasado.
¿Podrías platicarnos sobre este proyecto
audiovisual y, particularmente, sobre
esta segunda temporada?
Se trata de una radiografía o un clavado al comer contemporáneo de la ciudad de Querétaro para plantear reflexiones alrededor de estas prácticas a través de fenómenos sociales, culturales y políticos, como la migración, la identidad, la conciencia de consumo y las nuevas maneras de ofrecer y recibir un servicio. Es una miniserie de cinco episodios que busca, más que dar una respuesta, plantear preguntas para el usuario —y es ahí donde radica la diferencia, la carnita de este proyecto.
¿Cómo se eligieron los temas
de esta temporada?
La primera temporada estuvo más enfocada en tener una lista de municipios, platillos y personas a visitar. En cambio, la segunda partió de un ejercicio personal de reflexiones, ya que llevo alrededor de diez años involucrado con temas gastronómicos en Querétaro y aún hay cuestiones que no me quedan claras o que no entiendo del todo, por ejemplo, la visión del comer queretano casi como un chiste. A partir de eso, entre Omar y yo notamos que había gente a quien podíamos entrevistar, plantearnos esas preguntas y de ahí ver qué temas eran los principales; sentados horas en un café, fuimos hilando sobre la marcha el concepto de cada episodio alrededor de cinco conceptos que marcan a la ciudad en la que vivimos para tratar de entenderla.
¿Quiénes participan en estos nuevos episodios?
Hay un montón de personas, tanto del medio gastronómico como de otras disciplinas, que nutren el discurso. Por ejemplo, para hablar de migración entrevistamos a varios cocineros que no son de Querétaro, pero que están cocinando acá, como el chef japones Koji Ogawa del Hotel Fujitaya o Pepe Ortega de El Quillo y San Lúcar, a la par de a la antropóloga Olín Alejandra Sánchez y a Irene del Valle, una psicoterapeuta intercultural que está en Sevilla y quien es autora del libro Ni de aquí ni de allá, que habla del tema de los afectos, la nostalgia y la comida. Buscamos tener lo que nosotros llamábamos «entrevista de lentes», que era la parte más académica para que nos dieran la base y sustento de lo que íbamos a platicar. En otros episodios, como el de identidad, aparece Olivia González, la directora del IGES, quien nos platicó que, a pesar de que ha organizado veinte encuentros de cocineras tradicionales, sigue habiendo más interés en la cocina extranjera que en la propia cocina local. En los episodios de nuevas mesas, entrevistamos a chefs con nuevas propuestas de la ciudad para platicar sobre cómo es ofrecer y recibir un servicio hoy en día tras la pandemia; en el cuarto episodio participan Rancho El Ameyal y Rancho Santa Marina para platicar sobre la conciencia de consumo; y, en el último, que es una especie de sobremesa y resumen, participan, entre otros, el pintor Rafa Rodríguez, Mariana Morales de Proyecto Garambllo y Carla Pérez Galán de Brewer. Entre muchos otros.
Aludiendo al título, ¿a qué sabe
el futuro de este proyecto?
Me gusta pensar que ¿A qué sabe el futuro? es una idea que evoluciona y muta, que empezó siendo un libro y que ahora que esun proyecto audiovisual, de entrada, hay que dejar que respire y difundirlo. A partir de eso, la idea quizá sea que el proyecto salga de Querétaro para plantear estas mismas preguntas en otros lugares y formatos.