Lisa Dobler

En PERFILES

Por: Guillermo Hidalgo

 

Durante un tiempo, atravesaba la calle Carranza cada mañana para llegar al trabajo. La misma rutina por algunos meses, que ya no recuerdo cuántos fueron. Allí, al dar la vuelta en Río de la Loza, disminuía la velocidad al ver un letrero con una hermosa libreta de piel al lado de un libro sobre cine mexicano. Siempre me quedé con la idea de que allí se ofrecían artículos de alpinismo, por el dibujo de los Alpes (que a mí de inmediato me remite a los paisajes mágicos de Thomas Mann) acompañado de una palabra en alemán: Lebensstück. ¿Qué significa? Entonces no lo sabía y me parecía bastante extraño ver una palabra alemana debajo del cada día más terrible calor queretano. El tiempo pasó. Pasaron lluvias, ventiscas. Dejé de ir al centro con tanta frecuencia. Cambié de trabajo. Escribí alguna novela. Y el destino me llevó de nuevo a aquellas calles, esta vez para darme el significado de aquel nombre germano.

 

 

Al cruzar el umbral del taller de piel Lebensstück, inaugurado en el invierno del 2018, está Lisa Dobler, su fundadora. Se percibe ese aroma característico del cuero, como rústico, como añejo. Una piel limitada por un marco negro resalta en todo el muro. Lisa explica que se trata de una hoja completa de piel de vaca, la cual es seccionada hasta en doce finas capas, cada una con su propia utilidad —por ejemplo, la última es la afamada y delicadísima gamuza. Además, enfatiza que dicha hoja proviene de una vaca, y como todo ser vivo tuvo una historia en este planeta, la cual puede leerse a través de las pequeñas marcas, hoyuelos, estrías y cicatrices, volviéndose así no solo una materia prima para el trabajo, sino también un mapa biográfico del tipo de vida que tuvo el animal.

 

 

«Trabajar con conciencia» son tres palabras que Lisa repite con regularidad. Se busca optimizar y utilizar cada una las partes sin que nada se desperdicie: la carne se usa para consumo humano, los huesos para el mercado canino, la piel para la vestimenta de no usarse sería un desperdicio, se volvería basura. En su caso, procura que incluso los cortes restantes del cuero se utilicen, ya sea para los forros de los portafolios o para unas elegantes tarjetas de presentación que el cliente puede utilizar de portavaso.

 

 

En la siguiente sala, un par de finas esculturas de felinos (arte elaborado en el suroeste mexicano) dan la bienvenida a quien entra y a los transeúntes que se asoman atraídos por la elegancia y minimalismo del lugar. Aquí se expone una muestra de las piezas elaboradas por el taller, el cual se encuentra especializado en marroquinería, es decir, en productos para consumo humano. Ya desde este momento uno puede percatarse del cuidado que se le pone incluso a los más mínimos detalles, como los grabados o las costuras.

 

Si tuviera que ponerle un calificativo al taller elegiría el de único, ya que pueden elaborar desde una pieza hasta miles en tan solo una semana, sin perder por supuesto la atención y el esmero que cada una de ellas requiere. Se elaboran todo tipo de objetos: mandiles, carteras, portaplumas, llaveros, libretas y próximamente zapatos. Su más reciente trabajo es para los estuches de los instrumentos de la Orquesta Filarmónica de Querétaro.

 

 

La filosofía de este taller se apoya en dos cimientos. El primero, que la idea con la que cruzó las puertas de la tienda el cliente haya sido materializada tal cual o mejor que como la visualizó en su imaginación. El segundo, que dicha pieza, elaborada por manos expertas, sea longeva, pero no solo un par de años, sino que acompañe a su dueño durante el resto de su vida (e incluso que sea parte de su testamento).

 

 

Esta idea de durabilidad se añade al trabajo consciente, contrario al problema que generan las industrias actuales en que la experiencia es un úsese y tírese, por la falta de calidad, la pobreza de sus materiales y como consecuencia, la necesidad de consumir de maneras desmedidas, está claro que el resultado es una acumulación excesiva de basura, lo cual contamina al medioambiente, trayendo problemáticas que pueden ser irremediables para las generaciones presentes y futuras. Dichas consecuencias representan un iceberg cada vez más cercano, el impacto de nuestra embarcación es inminente si no se cambia de ruta.

 

Es por eso que el compromiso de Lebensstück es trabajar con materiales de primer nivel que acompañen a las personas en sus vidas, en sus viajes y caminos, que se amolden a su estilo de vida y que con el paso del tiempo sigan siendo funcionales y realzando el estilo personal de cada cliente.

 

 

Lisa, con orgullo, habla de su equipo de trabajo compuesto por mentes y manos mexicanas, quienes hacen esta empresa posible: cuatro mujeres que se encargan de la logística, de los diseños, de los pedidos y de las órdenes; y por un taller conformado por doce hombres encargados de la artesanía y el esfuerzo manual. Ellos se rigen bajo una consigna, una noción en torno a la cual se establece toda una visión, así como una manera de trabajar: «Arte y ciencia en equilibrio». Para Lisa, esta es la premisa con la que se debe de ejecutar la marroquinería.

 

 

Lisa es originaria de Gößnitz, Austria, un pequeño y paisajístico poblado de cuatrocientas personas ubicado en las faldas de los Alpes: de ahí la inspiración para el logo del taller. Llegó a México como parte de un intercambio universitario y desde entonces no ha dejado la capital queretana. Menciona que en nuestro país, a pesar de ser líder productor en la industria del cuero, hay una gran área de oportunidad debido a que, hasta la fecha, las hojas de piel con las que se trabaja son de origen extranjero.

 

 

—Falta elevar la calidad de dicha materia prima, así como trabajar con pigmentos naturales que reduzcan el impacto ambiental que se origina con los tintes a base de cromo que actualmente se utilizan (por ejemplo, en las industrias en la capital de la piel: León, Guanajuato). Sin embargo, si no hay demanda, no crecerá la oferta.

 

 

Una tarea que va de la mano con esto es la de educar a los consumidores, orientarlos y juntos exigir más y mejores productos ecológicos. Es por esto que también en el taller se cuida que los proveedores cuenten con un reciclaje del 80% total del agua que se utiliza, así como tinturas naturales y otras certificaciones avaladas por instituciones internacionales, con el objetivo de cuidar cada paso los procesos de la cadena productiva.

 

 

En la última sección de la tienda, entre los rollos de piel tipo crazy horse —uno de mis estilos favoritos por esa manera tan única de verse con el paso de los años— y unas botas vaqueras como las de James Dean en Gigante, nos encontramos con Ana, la encargada de administrar el local y recibir a los clientes, hablarles de la diferencia entre el nobuck y el ante, ayudarles a ver con qué diseño quedaría mejor el estuche de su revolver del siglo XIX, su portaplumas o incluso restaurar un antiguo estuche de piel de la guerra.

 

 

Aunado a todo esto, se ofrecen también clases para el público en general, en donde la gente aprende a maniobrar con la piel, conocer los procedimientos y valorar el arte de la marroquinería al llevarse una pieza a casa hecha por sus propias manos, como puede ser una libreta. Al mes, se invita a un artesano local, quien comparte conocimientos con los asistentes y colabora creativamente con el taller. Con estas actividades, Lebensstück busca formar lazos entre artistas del cuero y, a la vez, acercar a la población a conocer el proceso y al trabajo que hay detrás. Con esto se concientiza sobre el esfuerzo de los artesanos, así como de las piezas que se adquieran, generando un consumo consciente.

 

 

Leben significa «vida»; Stück, «pedazo»: «Pedazo de vida». Y su filosofía es «¿A dónde quieres ir?».

 

 

Su reto es seguir posicionándose en el mercado nacional, y no solamente por medio del marketing y la visualización como la mayoría de marcas y consorcios creen que es suficiente, sino desde lo más importante: ofreciendo unicidad, artículos que son compañeros de vida y los cuales están hechos con valores. Esto no lo podemos encontrar en la moda fast fashion que en las últimas décadas nos ha invadido; el sabor de boca de encontrar una pieza que amas de por vida es incomparable.

 

 

Me voy satisfecho de su taller, visitarlo no se limita a comprar ni a negociar, sino que es comparable a adentrarse en un museo, con la experiencia estética y enriquecedora que ello conlleva. Solamente conociendo lo que hay detrás de nuestros zapatos, de nuestras bolsas, de nuestros maletines es como aprendemos a valorarlos. Y en dicho conocimiento es donde radica el cambio.

 

Guillermo Hidalgo

Fue becario en la Fundación para las Letras Mexicanas y ganador del Premio Nacional de Poesía Francisco Cervantes Vidal. Autor de la novela Buda de otra galaxia.

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