Alex Medina
En PERFILES
Por: Sandra Hernández
El trayecto del artista se abre como una sucesión de oportunidades, cada una con su propia historia. Así es el viaje de Alex Medina, un creativo polifacético que ha transitado desde la arquitectura hasta la moda, pasando por el diseño gráfico y la fotografía, y que hoy se consagra como concept designer. En una charla cálida, Alex recorre los senderos de su memoria, donde cada proyecto se teje con la misma pasión y coherencia con la que él ha planteado su camino personal.
Entre planos, tipografías y pasarelas
Alex comienza recordando sus inicios: «Estudié arquitectura», afirma, evocando aquellos primeros trazos que marca ron su vida. Pronto, sin embargo, la brújula creativa lo llevó a explorar el diseño gráfico y la moda, descubriendo en estas disciplinas la posibilidad de expresar una visión holística de la estética. La moda se convirtió en el punto de convergencia en el que la solidez de la arquitectura, la expresividad del diseño y la sensibilidad fotográfica se amalgamaron para dar forma a un estilo personal. En ese devenir, la ciudad de Vancouver, donde vivió ocho años, fue el detonante de su creatividad.
Al terminar la carrera de diseño gráfico en Querétaro, se mudó a la ciudad canadiense, donde, además de trabajar, estudió estilismo y fashion management, y en la que despertó su interés por hacer una marca. Estimulado por el dinamismo de sus calles, las vivencias nuevas y la gente inspiradora que conoció, Alex aprendió a ver el mundo desde un ángulo fresco, comprendiendo que cada una de sus creaciones se nutren de todo lo que absorbe en el tránsito por el mundo. También vivió un año en Barcelona, y otro en Nueva York. «Todo esto me confirmó que el diseño, la moda y la arquitectura eran lo mío.»
La metamorfosis del nombre en marca
Este año cumple dos décadas en el mundo profesional, tiempo en que Alex ha convertido su nombre en una marca sinónimo de autenticidad y audacia. No se trata solo de vestir o crear imágenes, sino de construir un universo estético en el que cada prenda, accesorio o fotografía refleja la fusión de forma y emoción. «El cliente me dice: “Vi un lugar en blanco y negro, y me acordé de ti”», comenta, evidenciando cómo su identidad se ha grabado en cada obra y encuentro, haciendo de su nombre un sello personal que trasciende la técnica para convertirse en experiencia. La sensibilidad de Alex no se limita a lo material, sino que busca un origen más íntimo.
Con voz pau sada, confiesa que su daltonismo le abrió las puertas a una nueva forma de ver el color y la luz, más allá de las tendencias del momento: «Empecé a diseñar en monocromo, a jugar con el contraste, a comprender que el blanco y negro no es la ausencia de color, sino la pureza de la forma». Esta dicotomía entre luz y sombra se ha convertido en un leit motiv en su trabajo, permitiéndole transformar lo cotidiano en composiciones cargadas de matices y emociones. Cada bosquejo, cada diseño brotan de una suerte de meditación silenciosa con la intención de proponer un lenguaje propio bajo la sutileza del menos es más.
Entre el bullicio de la ciudad y la magia de lo cotidiano
La vida de Alex es una coreografía de disciplinas, en la que el rigor se funde con la espontaneidad. Su día a día abarca desde la creación de la imagen para nuevas marcas de cosméticos hasta la coordinación de eventos y pasarelas que dan vida a sus colecciones. La disciplina —ejercicio, desayuno y trabajo or ganizado— se ha convertido en el cimiento sobre el cual erige cada nueva idea, permitiéndole explorar con libertad sin perder el foco creativo. Entre el ajetreo de las pasarelas y ferias de diseño, su estudio se instaura como un refugio, un espacio que no es solo físico, sino también emocional, donde se respira la esencia de su trayectoria.
Aquí confluyen las influencias del pasado con las visiones del presente. Para Alex, la creatividad es un acto de descubrimiento. Cada proyecto es un encuentro casual en el que, de repente, surge una chispa inesperada, como la imagen fugaz de una ola rompiendo en la ori lla o el juego de luces en la facha da de un edificio antiguo. Esa magia, casi imperceptible en el día a día, se convierte en el motor de su obra. Cada imagen se construye como un edificio cuyos cimientos son los materiales, la caída de la tela y la precisión de cada corte, en un ritual creativo que es un diálogo entre el diseñador y su universo.
De la pasarela a la exposición: narrativas en movimiento
El recorrido de Alex está marcado por episodios memorables en escenarios insospechados. Recuerda con emoción aquellas primeras pasarelas en Querétaro, donde la moda reciclada y la autenticidad de sus propuestas hicieron vibrar a una ciudad sedienta de innovación. Desde eventos en la Arena Querétaro hasta colaboraciones con sastres tradicionales, cada experiencia ha sido un escalón que ha consolidado su nombre como sinónimo de innovación y compromiso creativo.
Después de lanzar su marca, empezó a presentar su trabajo en las plataformas de moda más grandes del país, como Fashion Week México, International Designers México, Intermoda, Sapica, Walk In Night —un evento dedicado a ayudar a casas IAP, del que ahora es parte junto con su socia, María Acosta—, e incluso, hizo una colaboración con la marca queretana Caralarga para el NY Fashion Week.
En este recorrido también ha incursionado brevemente en el mundo nupcial. Ha diseñado trajes a medida para novios y colaborado en la confección de vestidos únicos para novias, incluyendo el vestido que creó para su mejor amiga, donde fusionó su sello estético con la emoción y la intimidad de un vínculo entrañable. —Fue una experiencia increíble. Tuve la oportunidad de ser par te de la fecha más importante de su vida, diseñando el vestido e involucrándome en todo el proceso. Fue inolvidable poder aterrizar y crear el sueño de una persona que admiro y quiero, platicar con los novios y acercarme para poder aterrizar y crear algo especial.
La voz del concepto y la fuerza de lo intangible
Hoy, consolidado como concept designer —un diseñador conceptual, alguien dedicado a representar visualmente una idea—, Alex trasciende lo visible. Esta de nominación es la síntesis de una vida dedicada a explorar la esencia de las ideas, a fusionar disciplinas y a dar forma a conceptos que resuenan en el alma del espectador.
Cada proyecto lleva consigo la impronta de una filosofía: no se vende solo un producto, sino una experiencia integral, abarcando desde la imagen personal hasta el interiorismo. La reinvención constante es la esencia de su ser. A pesar de desafíos y críticas, su determinación le ha permitido conectar cada disciplina —desde sus primeros bocetos hasta sus exposiciones fotográficas— en un hilo conductor que renueva su espíritu en cada reto.
Más allá de la técnica, lo que define a Alex es su capacidad para reconectar con lo esencial. En un mundo de bullicio, ha aprendido a valorar esos momentos de soledad creativa en los que se permite simplemente sentir y observar. Esa intimidad, a veces teñida de nostalgia o melancolía, mantiene viva la llama de la inspiración y lo conecta con sus raíces, ya sea a través de recuerdos de un joven en Vancouver o de las primeras colecciones en pasarelas locales.
La experiencia compartida y el legado de un creador
Lo que hace única la historia de Alex Medina es su habilidad para transformar lo personal en colectivo. Cada cliente, colaborador y espectador se integra en la experiencia de vida que él comparte a través de su obra. Las anécdotas de pasarelas, las colaboraciones con gente del mundo creativo y los eventos innovadores no son simples episodios del pasado, sino semillas que florecen en el presente y se esparcen como inspiración. Su perspectiva invita a redescubrir la belleza en lo básico y a ver en cada prenda o fotografía el reflejo de un mundo en constante reinvención.
Hoy, Alex Medina nos deja una lección que va más allá del diseño: la importancia de ser fiel a uno mismo y de transformar cada experiencia en una obra simbólica. Su camino, lleno de giros inespera dos y encuentros trascendentales, es un testimonio de que la creatividad auténtica no tiene límites y que cada disciplina —desde la arquitectura hasta la moda, desde la fotografía hasta el concepto mismo de imagen— es un hilo en el tapiz de una vida dedicada a la expresión. Alex nos recuerda que la esencia del arte reside en ver con ojos nuevos y en dejar que el alma se exprese en cada trazo y diseño.
Al final, lo que importa es esa conexión genuina, ese instante en el que creador y espectador se entienden en una experiencia compartida. Con la mirada puesta en el futuro y el corazón anclado en un pasado inspirador sigue forjando su historia invitándonos a ser parte del viaje, donde cada proyecto es un pequeño universo en expansión. Porque en esa intersección entre lo tangible y lo intangible reside la fuerza de Alex Medina, concept designer.