Andrés Garrido del Toral
En PERFILES
Procuro viajar mucho por el mundo y por nuestro país, ¡pero me cuesta mucho trabajo salir de Querétaro cuando llegan las fiestas navideñas! Y es que son las fiestas más bonitas de esta peregrina tierra, superando con mucho a las bellas tradiciones de la Semana Santa y del señor patrono Santiago Apóstol Mayor.
En cada rincón queretano se siente el espíritu navideño abrazando el nacimiento de un niño que transformó el bárbaro paganismo por amor al próximo. La calidez de lo humano queretano contrasta con lo frío del invierno en una urbe que nació sin sangre y así quiere seguir: incruenta.
El olor a ponche, buñuelos y nochebuenas; los sonidos de los villancicos; el paso de La Cabalgata y los Carros Bíblicos; los adornos multicolores de las calles principales con sus risueños farolitos; las campanas de bronce repicando festivas en rojos atardeceres de Bengala; los nacimientos familiares y monumentales; las traviesas mojigangas y las divertidas pastorelas; la Estrella del Oriente y su cielo azul oscuro limpiado de nubes y contaminación por el scherzo invernal; la lectura del centenario Heraldo de Navidad; el reposo de las almas y el ambiente de religiosidad por el Dios vivo; los templos espléndidos y los escaparates rebosantes. Todo esto hace de Santiago de Querétaro la capital mundial de la Navidad. ¡Viva la tradición!
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